Zimbabue votaba hoy en unas elecciones presidenciales en las que Robert Mugabe tiene el triunfo asegurado pues es el único candidato tras la retirada del líder de la oposición, Morgan Tsvangirai, que calificó la jornada de «día de humillación y vergí¼enza» para su país.
Las cerca de 9 mil oficinas de voto abrieron sus puertas, en un ambiente sombrío. Permanecerán abiertas hasta las once de la mañana (hora de Guatemala) para que puedan votar los 5,9 millones de zimbabuenses inscritos en las listas electorales.
«Estuve en la puerta desde las tres de la mañana, pero fui el único. (…) Estoy nervioso. Siento que tengo que participar porque amo a mi país», declaró Danger Zvenbabvu, un hombre de 50 años que era el único en esperar ante la puerta de un colegio electoral en el centro de Harare.
Mugabe -de 84 años y que lleva los últimos 28 en el poder, desde la independencia de Zimbabue- es el único candidato en liza en los comicios tras la retirada de Tsvangirai, el domingo, debido a la actual oleada de violencia contra sus partidarios que, según sus denuncias, ha causado al menos 85 muertos.
La aparente falta de afluencia a las urnas es un síntoma de la tensión que domina una jornada electoral definida por Tsvangirai, de 56 años y líder del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MCD), como un «día de humillación y vergí¼enza» para Zimbabue.
«Hoy no es una elección. Hoy es un día de humillación y vergí¼enza; es otro día trágico en la historia de nuestra nación», declaró Tsvangirai en su carta abierta diaria recibida en Johannesburgo por correo electrónico.
El líder del MCD derrotó a Mugabe en la primera vuelta de las presidenciales, el 29 de marzo. En esos comicios, que también fueron legislativos, el partido de Tsvangirai arrebató la mayoría que el movimiento ZANU-PF de Mugabe tenía en la cámara de diputados desde hacía 28 años.
«El resultado de la elección de hoy carece de significado porque no refleja la voluntad del pueblo de Zimbabue, sólo su miedo», añadió Tsvangirai al tiempo que hizo un llamamiento a la población para que no vaya a votar.
«Pero si deben votar por Mugabe porque su vida peligra, háganlo», puntualizó el líder opositor, cuyo nombre aparece en las papeletas de voto impresas por la Comisión Electoral de Zimbabue (ZEC) porque esta instancia no admitió su retirada por considerar que ya era demasiado tarde para ello.
En este clima, los ministros de Relaciones Exteriores del G8 afirmaron hoy que no reconocerán la legitimidad de un gobierno en Zimbabue que «no refleje la voluntad del pueblo zimbabuense».
«Lamentamos las acciones de las autoridades zimbabuenses -violencia sistemática, obstrucción e intimidación- que hicieron imposibles unas elecciones presidenciales libres y justas», señalaron los ocho jefes de la diplomacia de los países más industrializados del mundo reunidos en Kioto (centro-oeste de Japón).
Asimismo, la secretaria estadounidense de Estado, Condoleezza Rice, dijo hoy que Estados Unidos consultará al Consejo de Seguridad de la ONU para contemplar sanciones contra Zimbabue ante unas presidenciales «ilegítimas».
Mientras tanto, en Zimbabue, la policía acusó hoy a la oposición de intentar perturbar la jornada electoral y señaló el arresto de cinco jóvenes del MCD que presuntamente trataron de quemar unas oficinas de voto en la ciudad de Gweru (centro).
«Es evidente que el partido de la oposición MCD prevé perturbar las elecciones», dijo un alto responsable policial, Faustino Mazango, al diario estatal The Herald, al advertir que «la réplica frontal a esas actividades criminales contraproductivas» por parte de las fuerzas del orden «se hará con toda la fuerza de la ley».
Por su parte, Mugabe dejó claro antes del voto que tiene intención de seguir siendo el presidente de Zimbabue. «Seguiremos gobernando el país de la forma que creemos que debe ser gobernado», dijo ayer.
El jefe del Estado se mostró abierto a posibles negociaciones con la oposición, pero sólo después de que las urnas confirmen su sexto mandato consecutivo.
Morgan Tsvangirai
líder opositor de Zimbabue
Los cancilleres del Grupo de los Ocho (G8) advirtieron de que no reconocerán al gobierno del presidente zimbabuense, Robert Mugabe, que hoy concurrirá en la segunda vuelta de unas elecciones condenadas ampliamente por la comunidad internacional.
Las potencias industriales, reunidas en la antigua capital japonesa de Kioto, elevaron igualmente el tono contra Irán y Corea del Norte por sus programas nucleares, y exigieron a Birmania que levante todas las trabas a la ayuda extranjera para socorrer a las víctimas del ciclón Nargis.
La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, se entrevistó con sus homólogos de Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y Rusia, el mismo día en que Zimbabue acudía a las urnas con un solo candidato, el presidente Mugabe.
«No aceptaremos la legitimidad de ningún gobierno que no refleje la voluntad del pueblo zimbabuense», expresaron las ocho potencias en un comunicado conjunto.
Los cancilleres defendieron que los resultados de la primera vuelta del 29 de marzo, en la que el líder opositor Morgan Tsvangirai aventajó a Mugabe, «deben ser respetados».
Tsvangirai se retiró de la segunda vuelta y se encerró en la embajada holandesa debido al clima de violencia que ha teñido la campaña electoral y los temores por su propia seguridad.
«Este tipo de farsa no puede seguramente producir un resultado legítimo», dijo Rice en rueda de prensa en Kioto.
Estados Unidos, que preside el Consejo de Seguridad de la ONU hasta finales de mes, consultará con otras naciones para determinar «cuál es el siguiente paso que necesitaríamos dar», dijo la jefa de la diplomacia norteamericana.
Su homólogo británico, David Miliband, declaró que las elecciones en la ex colonia de su país eran «unilaterales en todos los aspectos».
«Por lo tanto, está muy claro para Gran Bretaña: no hay ninguna legitimidad para el gobierno de Zimbabue bajo Robert Mugabe», alertó Miliband.
«Las únicas personas con una pizca de legitimidad democrática son aquellas que ganaron la primera vuelta», enfatizó.
La reunión de dos días de los cancilleres está destinada a preparar la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del G8, entre el 7 y el 9 de julio, en la ciudad norteña nipona de Toyako.
Pero sobre la mesa también se puso el dossier norcoreano, después de que Pyongyang publicara ayer su inventario nuclear y hoy demoliera una torre de enfriamiento de su reactor nuclear de Yongbyon.
En un comunicado, los titulares de Exteriores del G8 solicitaron al régimen comunista que renuncie de una vez por todas a su programa atómico.
El objetivo final es «que Corea del Norte abandone todas las armas atómicas y los programas nucleares en marcha», insistieron.
En otro frente, los cancilleres se dirigieron de nuevo a Irán, que sigue negándose a suspender su enriquecimiento de uranio.
El pasado lunes, la Unión Europea aprobó sanciones para suspender las operaciones del Banco Melli, la mayor institución bancaria iraní, en Gran Bretaña, Francia y Alemania, los tres países comunitarios que negocian con Teherán.
En Japón, los ocho ministros urgieron a Irán a suspender sus actividades de enriquecimiento y a «actuar de forma más responsable y constructiva en la región», en particular, en Irak, Afganistán y en el proceso de paz israelo-palestino.
El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, ha amenazado en múltiples ocasiones a Israel y negado el Holocausto.
El G8 de Exteriores emplazó finalmente a la junta militar birmana a levantar las últimas restricciones a la ayuda extranjera, después de que el ciclón Nargis dejara más de 130 mil muertos o desaparecidos.