¿Quién de nosotros puede dudar que el éxito, la determinación de los hechos, el devenir de la vida y del actuar no requiere pensar? Habrá algún ser humano que consciente o inconscientemente no sueñe con una vida mejor, con la transformación de la sociedad, de la tierra, de la patria de la que somos parte y no sepa que los sueños pueden convertirse en hechos y realidades.
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Imaginar no es más que desarrollar una idea con la que pretendemos materializar, implementar una acción que estimamos logrará una mejora a la realidad que nos rodea.
La educación nos da el conocimiento que aplicado en pensamiento nos permite materializar y desarrollar un sueño, un concepto concebido. Siempre se nos dice: «Piense antes de actuar; evalúe los pros y contras de sus acciones e incluso de sus omisiones».
La actual crisis mundial, la crisis nacional, nos obliga aún más a meditar, a pensar, a imaginarnos, a planificar cuáles son los cursos de actuar, tanto en el área política como en el área económica y social. Ante una crisis se presentan muchas oportunidades derivadas de los problemas a los que hay que enfrentarse y resolver.
Nuestra patria se acerca cada día más a una situación explosiva. Recordémonos que en una explosión social nadie sabe lo que puede suceder. Todos los guatemaltecos, especialmente los dirigentes políticos sin excepción, deberían de pensar, analizar y buscar las soluciones y los entendimientos ante la problemática; deberían sacar experiencia de la historia.
¿Cuántos miembros de la supercúpula económica se critican y se señalan los unos a los otros pública o privadamente? Ninguno. Si sus allegados quiebran un banco se aprovechan de los recursos de los depositantes, como fue el caso del Banco Empresarial, la barrera del silencio, la cortina de encubrimiento cae y nadie dice nada, aunque el costo, la estafa rebasara más de Q600 millones; pero los políticos se echan leña, se queman en la hoguera pública, sin cambiar nada en el fondo.
Guatemala requiere un pacto social. Si la dirigencia actual de todos los partidos políticos, incluyendo el gobierno, no es capaz de encontrar un acuerdo, no nos extrañe que el país se auto-inflame. Quienes actualmente nos encontramos en la barrera, pensamos, imaginamos, preguntamos, planteamos y requerimos que aprendamos de nuestro pasado. El canibalismo, la autodestrucción es mucho más fácil que el acuerdo; el acuerdo no lo pueden buscar, ni lograr los segundos o los terceros, es la responsabilidad de los primeros.
Los recientes escándalos son un granito más a la punta del iceberg, por debajo avanza una gran masa de problemas que cuando pegue en toda su extensión, en todo su volumen, puede hundir a nuestra sociedad en un caos, en una anarquía más rápida que el hundimiento del famoso Titanic, algo parecido a nueva glaciación.
Fidel Castro, Augusto Pinochet, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Fernando Lugo surgieron como resultado del proceder de la cúpula empresarial, de los dirigentes políticos, de los dirigentes sociales que propiciaron la oportunidad y la necesidad de ese shock político. La historia de la humanidad es recurrente, de los errores y aciertos se obtienen soluciones, conocimiento de qué hacer y qué no hacer.