Las fiestas de San Juan, San Pedro y San Pablo en el Oriente de Guatemala


Celso A. Lara Figueroa

Universidad de San Carlos de Guatemala

Las fiestas para conmemorar el dí­a de San Juan son muy importantes en el Oriente de Guatemala, en donde la herencia española en cuanto a tradiciones, se hace más que evidente en cada fiesta y celebración cotidianas.


Un jinete de San Juan La Ermita, cabalga con toda gallardí­a y velocidad en la tradicional Procesión de Santa Catarina el dí­a de San Pedro y San Pablo. Recorre el pueblo en hombros de sus fieles y va San Pedro, San Juan y San Pablo en la procesión del 29 de junio por las calles del Barrio La Ermita, en Santa Catarina Mita, Chiquimula, Oriente de Guatemala. (Fotografí­a Celso Lara Figueroa)

Aunque un tanto mermada por los avances de los tiempos modernos, la fiesta de San Juan, el 24 de junio en la villa de Quetzaltepeque es un digno ejemplo de las que se celebran en el resto del Oriente.

Tanto el dí­a de San Juan como el dí­a de San Pedro y San Pablo el 29 de junio, se juegan en esta comunidad del departamento de Chiquimula, carreras de caballo con la tradicional «desnucada» del gallo o pato.

Desde muy temprano de la mañana se escucha el tropel de los caballos por las calles empedradas del pueblo. Don Samuel Godoy y don Matilde Marroquí­n, personas honorables y muy entusiastas, han acudido previamente a las casas de los vecinos solicitando un animal para correrlo ese dí­a.

La gente no se niega a colaborar y lo que solicitaban, ya fuera gallo, pato o pollo les era proporcionado para festejar el dí­a de San Juan, San Pedro y San Pablo, que tan esperado es por los habitantes del pueblo.

A las ocho de la mañana aparecen los primeros jinetes en sus briosos corceles, haciendo chispear las herraduras en las piedras y poco antes de las diez de la mañana se han sembrado dos postes en los extremos de la calle, atravesando un lazo de lado a lado en la calle, y colgando en el centro el ave que ha sido obsequiada para correrla y arrancarle la cabeza. Aquel espectáculo es por demás emocionante y la gente del pueblo acude a presenciarlo en tan esperado dí­a, porque durante el paseo exhiben sus habilidades de buenos jinetes, algunos de los hacendados del pueblo, quienes se aferran a las riendas y hacen cabriolas en las principales calles del pueblo.

Los grupos de competencia se organizan solos y cuando se escucha el tropel de los caballos, la gente exclama «andan sanjuaniando las gentes», aunque la realidad es que se empiezan a organizar los grupos que pretenden arrancarle la cabeza al gallo.

Plantados los postes en los extremos de la calle y atravesado el lazo, cuelgan al gallo o pato y da inicio la competencia, tratando de arrancarle la cabeza. Así­, en forma desordenada, uno tras otro emprenden la carrera halándole la cabeza y algunos aseguran que es más fácil desnucar un gallo que un pato, porque este último es de consistencia muy dura.

Esta costumbre de desnucar al gallo se realizaba originalmente en la plaza principal, pero debido a un incidente lamentable, fue transferida a la orilla del pueblo y por lo general se hace en la antigua carretera hacia Esquipulas, en donde sin ningún peligro corren los jinetes. Con la llegada del reverendo Padre Fernando Peraza Canizales, los jóvenes de Quetzaltepeque participan en la celebración del dí­a de San Juan, pues este venerable cura los organiza en la plaza, solo que en lugar de gallo o pato, colocan una piña y el que se queda con la hoja, es el feliz ganador de la competencia, haciéndose acreedor al premio consistente en frutas y dulces.

Aun así­ los jóvenes también participan en la competencia de los «mayores» y cuando no alcanzan «se paran» en la montura para poder jalarle la cabeza al gallo y el que logra hacerlo es el feliz poseedor de la prenda.

De esa manera se reúnen todos los animales que han corrido durante la mañana y los cocinan en cualquiera de las casas de los que compiten y luego se organiza una fiesta de tacón y hueso.

Existe la creencia entre la gente del pueblo, que en el dí­a de San Juan, todos deben bañarse, ya que de lo contrario, el zopilote los perseguirá, como un presagio de mal agí¼ero, además de otro tipo de creencias y supersticiones, como las prácticas de adivinación con la yema del huevo y los frijoles rojos o tiztón con la yema del huevo y los frijoles rojos o tzit»és.

La corrida del gallo es una atracción y todo un espectáculo, como lo han constituido las carreras de cintas, en sustitución de aquella ancestral competencia, por estos tiempos que ha quedado reducida a la festividad patronal.

Esta añeja tradición se practica en la mayorí­a de los pueblos de la región oriental del paí­s, y en algunas aldeas, cuando no consiguen aves para el juego, cuelgan a un gato.

En otros pueblos, como San Agustí­n Acasaguastlán, o La Democracia, se realizan para el dí­a de San Pedro y San Pablo, el 24 de junio. Un documento fechado en 1823, relativo a los dí­as de San Juan, San Pedro y San Pablo, demuestra que en varios pueblos se realizaba el tradicional juego del pato o del gallo con la consabida carrera de coronas que se practica en Jalapa.

Habiendo conocido el documento, se transcribe uno de los aspectos más elementales:

«Siendo como a las 11 del dí­a de San Juan, estando un pato de castí­a guindando en casa de Jacinto Roque, le safaron la cavesa y tomaron la piña…»

Quizá por el hecho de ser una costumbre muy antigua, conectaba con rituales prehistóricos, las fiestas de San Juan, San Pedro y San Pablo, tienen mucha vigencia en la villa de Quetzaltepeque de la Sierra, en donde ha adquirido mucho prestigio y renombre esta tradición varias veces centenaria.

Nueva Guatemala de la Asunción, 27 de junio de 2008