Miguel íngel Reyes Illescas
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Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad para Centroamérica (CEESC)
Hemos dicho que, en un aparato estatal institucionalmente capturado y desarticulado, la composición social del partido de gobierno, su voluntad política y los actores que lo apoyan no tienen las capacidades para otorgar dirección a la situación nacional y menos para introducir cambios de relevancia para las mayorías. Agrego ahora que con el ascenso de la crisis, el plan de gobierno de la UNE se ha vuelto infuncional. Concebido para un período normal tendrá que convertirse en un plan para administrar una crisis cuya naturaleza y salidas probablemente no son como las ya conocidas y estudiadas y cuyos impactos son de dimensiones inesperadas.
Porque esta crisis también es ambiental. Con el agravante que los impactos de los desastres anteriores no se han resuelto y que no se han solucionado las vulnerabilidades crónicas de las poblaciones en riesgo. De económica, ha comenzado a ser profundamente social y los últimos acontecimientos apuntan hacia una crisis política. Las crisis traen progreso decía Einstein, pero también y con seguridad estancamientos, regresos y mucho dolor para los condenados de siempre.
Las fuerzas en juego, los campos comienzan a definirse
En los estudios de los períodos de crisis se habla del «detonante», de aquel acontecimiento que precipita o desencadena situaciones de mayor tensión y conflictividad. El detonante que se incuba es el de la reforma fiscal. El caso «Meyer» y el caso del transporte han sido detonantes menores, la derogación del Decreto 40-74 no llegó a serlo. Pero como las decisiones de gobierno han servido para mostrar que el Presidente se está inclinando a favor de los intereses de los grupos económicos fuertes, estos grupos han comenzado a cercar la estructura de poder interno del partido de gobierno, a sus funcionarios y personal progresista que van quedando cada vez más al margen. En esa estrategia, el periodismo conservador ha comenzado ya a jugar su papel. La gran prueba para un viraje definitivo podría ser la del Ministro de Finanzas y la modesta reforma fiscal.
Pero el problema mayor para el país radica en la inexistencia de las fuerzas sociales fuera del Estado para influenciar reformas y provocar salidas beneficiosas para todos. Este ha sido el fracaso de la «paz». La guerrilla no perdió la guerra, pero al margen, con las fuerzas del centro y de centro-izquierda sí perdimos la batalla de la «paz» y probablemente el país perderá en este período una salida social y democrática de la crisis.
Cabría recordar al gobierno que, una cierta sensibilidad social y una ideología pragmáticamente tecnócrata no son suficientes para una salida nacional de beneficio social para todos los perjudicados, éstas son útiles en evoluciones normales, lineales y progresivas o para proyectos limitados pero no para cambios sustantivos. Diouf prevé que con base en las tendencias actuales, reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre no se alcanzará en 2015, sino en 140 años. Eduardo Velásquez dice que en el país se retornará a vivir como en los años 30.
La corrupción, los negocios irregulares
La corrupción prebendal y su crítica se han instalado y dirigido hacia el Congreso, pero ésta tiene lejanas raíces coloniales y el peligro ahora es que está evolucionando como cultura generalizada. Ese era uno de los principales problemas del México del PRI. La corrupción de los políticos pasó a los funcionarios, a los empleados y a los militares y pronto todos se convirtieron en empresarios.
No se investiga el origen de los capitales de los ex funcionarios, como tampoco se hace con las personas dedicadas a todos los tráficos ilegales. ¿Quiénes sostienen a Florido en el Ministerio Público y por qué? Los negocios irregulares y para-estatales de los señores del dinero vienen de antaño, desde el Consulado de Comercio y antes, pero ahora como es el capital emergente y sus políticos quienes lo utilizan (gobiernos de Cerezo, Portillo y Colom), el viejo capital se enerva y reclama el patrimonio de su Estado. El Renap es un caso, otros están en marcha.
Ese viejo capital, la derecha económica propone como salida a la crisis, liberalizar y piñatizar más al Estado en su beneficio. Se sabe muy bien que esas «liberalizaciones» y capturas de estados por transnacionales son las principales causantes del problema mundial.
El gobierno de Colom no es un gobierno pro-viejos empresarios pero sí un gobierno plutócrata, donde las fuerzas que lo apoyan y una buena proporción de sus políticos y funcionarios piensan fundamentalmente en el dinero y los negocios que el Estado les facilitará. La desventura es que en el resto de los partidos grandes y medianos, ese también es el predominio político-cultural.
Las clases medias, los de abajo y las izquierdas
¿Qué posibilidades de reformas habría entonces para el beneficio de las clases medias no acomodadas y para las mayorías trabajadoras con el actual balance de fuerzas y poderes internos y externos al Estado? La oposición social y profesional del centro a las izquierdas está imaginando y proponiendo respuestas (leyes, criterios de políticas y de programas) pero sin el apoyo de fuerzas sociales de soporte que puedan influenciar su concreción.
Empero, en esta crisis en ascenso, la Corte de Constitucionalidad ha declarado que la Ley de Minería es inconstitucional y el Ministro de Economía ha mencionado que es necesaria una ley de protección al consumidor, otra de competencia y otra para cambiar la estructura productiva del país. En el interior ha venido creciendo el número de grupos organizados y con expectativas diversas se van entrelazando en micro-redes y los sindicatos de empleados públicos han comenzado a construir confluencias más orgánicas.
Investigaciones en otros países han mostrado que los perjudicados no perciben con rapidez los efectos de larga duración de los procesos inflacionarios y recesivos, y que, salvo revueltas pasajeras y su represión estatal, también la defensa social se organiza sólo gradualmente.
Corresponde entonces a las clases medias no-acomodadas, al centro político y social y a las izquierdas imaginar, construir las organizaciones y presionar al gobierno por alternativas de políticas prácticas, capaces de beneficio general. Sería deseable que al final de la crisis saliera fortalecida una nueva institucionalidad y la necesaria independencia económica del Estado, porque el otro escenario es un gobierno que cae de rodillas y se instale otra vez una activa lucha de clases.
En el actual proceso de mundialización y como respuesta a crisis internas, los países frágiles y en descomposición están siendo llamados a ser «subsumidos» por fuerzas externas, Haití ha sido el primero en América Latina, otras regiones del continente avanzan en esa dirección. Una agenda estratégica realmente nacional de seguridad debería percibir el Plan Colombia y el Plan Mérida con esa óptica.