El fútbol ruso, que sorprendió en la Eurocopa-2008 tras 20 años de larga siesta al clasificarse para las semifinales del torneo de Suiza y Austria, crece financiado esencialmente por el petróleo y sus derivados, pero sin preocuparse por su desarrollo a largo plazo.
Los nombres de los grandes clubes que han fascinado durante la época soviética siguen siendo los mismos ahora: CSKA, el equipo del ejército rojo; Dynamo, del Ministerio del Interior; Lokomotiv, de los ferrocarriles; y Spartak. Todos de la capital.
Con una excepción, la de Ivan Sayenko, que juega en el Nuremberg alemán, los jugadores del plantel de Rusia, que estarán en las semifinales de la Eurocopa el jueves ante España, en Viena, militan en clubes rusos y eran poco conocidos en el extranjero hasta el presente.
Sus clubes son financiados en su mayoría por las grandes empresas públicas o por presupuestos locales. En Rusia, los estadios pocas veces se llenan y la mayor parte del presupuesto proviene de los patrocinadores.
El Zenit de San Petersburgo, club del astro Andrei Arshavin, que se convirtió en una de las principales estrellas de la Eurocopa-2008, es financiado por el monopolio de gas ruso, el gigante Gazprom, que también patrocina al Schalke 04, tercero de la última Bundesliga germana.
Dynamo depende de un enorme grupo minero y siderúrgico, Metalloí¯nvest, en parte propiedad del magnate Alicher Ousmanov, dueño de una parte del club inglés Arsenal.
A su vez, Spartak está vinculado a la empresa Loukoí¯l, número dos del petróleo ruso.
«Una de las principales diferencias con Occidente es que el dinero va principalmente a los sueldos y que se dedica poco presupuesto para mejorar la infraestructura: en una palabra, no tenemos estadios», analiza Bobrov Alexander, un periodista especializado del diario Sport-Express.
«En los últimos años, el único estadio «correcto» que se ha construido es el del Lokomotiv», acotó.
«Nuestros futbolistas tienen salarios excesivamente altos, que oscilan entre uno y tres millones de euros netos por año, sin contar las enormes primas que se les da», se lamenta. «Un futbolista que quiere jugar en un club europeo, sin duda, pierde dinero», recalca.
El seleccionador holandés Guus Hiddink recibe su sueldo (2 millones de euros oficialmente) del bolsillo del joven millonario ruso Roman Abramovich, dueño del Chelsea inglés.
«Es evidente que si comparamos Europa y Rusia, el fútbol de inferiores no está suficientemente financiado», aclara un especialista de una publicación rusa que trata el tema.
La Federación no se esconde y da una larga lista de «grandes problemas del fútbol ruso» en una «estrategia de desarrollo» que suena casi como un pedido de ayuda.
En la nómina aparecen en cabeza: «La financiación insuficiente de las escuelas de fútbol para los niños, niñas y adolescentes», «el exceso de transferencias desde el extranjero a los clubes locales», «insatisfactorio estado de los equipos».
«La magnitud de los problemas es tal que no podemos esperar que se resuelvan todos a través de la Federación rusa y del Estado», dice la FRF.
En este contexto, los especialistas rusos tienen esperanzas de que los jugadores adquieran experiencia y puedan contribuir al prestigio de Rusia en los clubes europeos, en un intercambio de valores que puede favorecer a todos.