Ciento noventa cocodrilos, algo totalmente inusual, acaban de nacer en el marco del proyecto CrocoTEC, del Instituto Tecnológico de Costa Rica en San Carlos, donde la investigación y la educación ambiental sobre estas especies amenazadas van de la mano.
En contra de lo que pudiera parecer por su ferocidad, los cocodrilos son «muy frágiles y muy sensibles» al cambio climático y a la deforestación en las orillas de los ríos, donde ponen sus huevos, explica la bióloga del proyecto, Liliana Rodríguez.
«La temperatura determina el nacimiento de machos o hembras. A más temperatura más machos», con el consiguiente riesgo para perpetuar la especie, asegura la bióloga.
Por ello, las peleas entre los machos dominantes para hacerse con los favores de una hembra pueden ser devastadoras.
Recientemente, la prensa local se hacía eco del creciente número de machos que se quedan ciegos en las feroces peleas que protagonizan en el río Tárcoles para con conquistar a las cada vez más escasas hembras.
La temperatura ideal para el desarrollo de los embriones es entre 28 y 34 grados. Si baja o sube de este margen, el embrión se muere por estrés térmico.
«Son especies muy sensibles que pueden ser tomadas como reveladoras de que algo está pasando», asegura Rodríguez, antes de dar algunas pistas sobre sus periodos de máxima peligrosidad.
«Los meses de octubre, noviembre y diciembre, son las fechas de apareamiento, donde los machos son más agresivos. En enero, febrero y marzo, las hembras ponen los huevos y acercarse a ellos puede ser muy peligroso. En junio es la eclosión de los chiquitillos y las madres son protectoras», explica.
Al igual que las tortugas, las hembras cocodrilo ponen sus huevos -una media de 32 a 35- en un hoyo que cavan con sus patas en arena. Los del fondo, como las temperaturas son inferiores, serán hembras y los que están cerca de la superficie, machos.
Pero sólo el 2% sobrevive en condiciones silvestres, asegura Rodríguez, ya que los «chiquitillos tienen muchos depredadores», mientras que el porcentaje de nacimientos en los criaderos ronda el 90%. Un cocodrilo puede llegar a vivir hasta 80 años.
«En el criadero se manejan las condiciones, se disminuyen todos los riesgos implícitos para la mortalidad», asegura Rodríguez en conversación telefónica.
Una de las investigaciones de este proyecto es medir y pesar cada año a estos reptiles para saber su evolución desde que nacen –cuando pesan 51 gramos y miden 27 centímetros– hasta que llegan a la edad adulta en que las hembras alcanzan los 70,5 kg y los 2,45 metros de media y los machos hasta los 143 kg y los 3 metros.
Desde que se inició el proyecto hace seis años, anualmente se mide a los animales, se les identifica la cola y se les han implantado microchips para hacer su seguimiento.
«Lo más importante con los cocodrilos es la parte de educación», asegura la bióloga de este proyecto de Ecoturismo Científico Accesible, que dispone también de mariposario, venados, ranas o un jardín de plantas medicinales.
Liliana Rodríguez,
bióloga