¿A cuenta de qué, también, las etiquetas que acompañan a los productos ofertados, en algunos supermercados, advierten que «no tienen devolución»?
Me refiero específicamente a algunos abusos que se manifiestan en la publicidad y en la política de algunas empresas relacionada con las famosas «ofertas» de temporada, por liquidación o por cierre.
En el primero de los casos, destacan anuncios publicitarios que explotan la ignorancia de las personas supersticiosas al ofrecer, por ejemplo, vía teléfono, predicciones sobre sus vidas, bajo la figura del horóscopo. El engaño es descarado por directo y perjudicial, por las falsas expectativas que genera. Dicho anuncio es un fraude y una estafa porque lo que ofrece y vende es una total mentira, es decir, algo que no es real. En consecuencia, la empresa que vende el horóscopo de esa manera, o está mal asesorada o no le importa la moralidad que lucrar de esa forma conlleva. Como este anuncio publicitario hay otros, sobre los cuales llamaremos la atención en otro momento.
En relación a los centros comerciales, es inmoral también ofertar comestibles que están a punto de caducar o que ya han caducado, incluyendo medicinas; como también es inmoral ofertar juguetes de mala calidad o descompuestos, sin previo aviso suficientemente visible sobre el estado de dicha mercadería. En todo caso, se debe alertar al consumidor sobre el estado y condiciones de los productos ofertados, pues en muchos casos, resulta también una estafa y una burla que debe ser perseguida y penada conforme a la ley.
Esta prevención, así como anuncia una muy probable estafa, también atenta contra los derechos del consumidor. Si éste no alcanza la satisfacción mínima con el objeto adquirido, tiene todo el derecho a solicitar su cambio o devolución de su dinero, así esté o no ofertado.
Si bien es cierto que el consumo se basa en la libertad de elección y en la oferta del mercado, todo tiene un límite, y ese límite es el del respeto al derecho de todos y a la moralidad que implica toda relación humana, sea cual sea.