Más que números


DESDE LA REDACCIí“N

Son pocos los lugares en donde se da cita un abanico extenso de los sentimientos más humanos. Uno, talvez poco convencional, es la Fuerza Aérea Guatemalteca cuando llegan los aviones de los guatemaltecos deportados de Estados Unidos.

Eswin Quiñónez
eswinq@lahora.com.gt

Mario González, del Ministerio de Relaciones Exteriores, comentaba el otro dí­a, que en esos aviones existe una frustración constante amarrada con un odio al trato dado desde el momento en que son capturados.

Por tal razón, en la comitiva receptora que se organiza para registrar la llegada de los migrantes, se procura un trato más humano. «Siéntanse en su tierra», advierte a cada momento un empleado de la Dirección General de Migración antes de comenzar el registro.

La rutina es la misma, y así­ ha transcurrido este año con la llegada de 11 mil guatemaltecos que han abandonado por la fuerza el territorio norteamericano, y todo apunta a que en los siguientes meses esta cifra engordará más.

El incremento de las deportaciones configura el panorama del endurecimiento en la polí­tica migratoria estadounidense.

Hay que recordar que en no hace menos de dos años el presidente George W. Bush en su informe anual del 2006 dijo que si bien Estados Unidos necesitaba asegurar sus fronteras e implementar la normativa migratoria, fue puntual en señalar su respaldo a un programa de trabajadores temporales para los inmigrantes indocumentados.

En su momento estimó que no serí­a práctica la idea de tratar de deportar a más de 12 millones de personas en situación irregular.

A pesar de ello, los paí­ses cuyo material humano sale de sus fronteras han visto cómo han subido las cifras de deportaciones, casos próximos como El Salvador y Guatemala.

Pero estos al final se convierten en números y cifras que las autoridades lamentan. Nada más. Pero tras esos números hay rostros e historias dignas de ser contadas.

Si bien, en el aeropuerto se hace un esfuerzo para un retorno con calidez, es importante trabajar para que se dignifique al migrante en general.

¿Dónde quedó, –por ejemplo–, la consolidación del Consejo Nacional de Apoyo al Migrante que el Congreso le dio vida el año pasado y que no han apresurado el paso para ponerlo en marcha y brindar, con esa herramienta, un apoyo a los guatemaltecos en Estados Unidos?

Probablemente quienes estén detrás del Consejo están buscando la forma para politizar el ente. No es que Conamigua vaya a ser un superhéroe salvador de migrantes, pero puede constituirse en una pomada que sane las heridas causadas por el dolor detrás de cada migrante.