Irlandeses dan la espalda a la UE


Una mujer camina a un costado de un graffiti en Dublí­n. Los votantes rechazaron la nueva reforma en un crujido referéndum que amenaza con sumir al bloque en un nuevo perí­odo de crisis.

Los irlandeses rechazaron rotundamente el Tratado de la Unión Europea (UE), según los primeros resultados del referendo de ayer en Irlanda que, si se confirman, sumirán a Europa en una profunda crisis.


Los partidarios del

El voto por el «no» al Tratado de Lisboa parece que es «mayoritario», afirmó hoy el ministro de Justicia de Irlanda, Dermot Ahern, citando resultados parciales del escrutinio que comenzó a las 09:00 horas locales en las 43 circunscripciones del paí­s.

El ministro irlandés para Asuntos Europeos, Dick Roche, afirmó también que los primeros resultados del voto para ratificar el Tratado de Lisboa «no parecen buenos» para el «sí­».

«Parece claro que los irlandeses rechazaron el Tratado de Lisboa», declaró la cadena pública RTE, al tiempo que los opositores al Tratado ya empezaron a celebrar, aunque aún se esperan los resultados oficiales.

«Es un gran dí­a para la democracia», dijo el empresario irlandés, Declan Ganley, que hizo campaña por el «no», alegando que el Tratado provocarí­a un aumento de las tasas impositivas en Irlanda y la legalización del aborto, práctica aún prohibida en este paí­s, de gran tradición católica.

Un rechazo al tratado significarí­a que Irlanda, con menos del 1% de los 490 millones de ciudadanos europeos, hizo fracasar el nuevo Tratado destinado a reformar las instituciones europeas, alcanzado tras largas y arduas negociaciones entre los 27 paí­ses de la UE.

«Tenemos que esperar la confirmación del resultado, pero parece que será una mayorí­a de votos por el no», declaró el ministro de Justicia a la cadena pública RTE desde Dundalk, donde los primeros resultados reportan un 58% de votos negativos. «Creo que la tendencia (aquí­) es irreversible», agregó.

Según el diario Irish Times, en casi todas las circunscripciones de la capital el «no» obtiene un 60% de los sufragios. En Dublí­n sudeste, el rechazo se eleva a 70%. Según esa fuente, el «sí­» obtendrí­a un 40% de los votos.

El tratado debe ser adoptado por todos los paí­ses de la UE para entrar en vigor. Irlanda, con 4,2 millones de habitantes, fue el único paí­s obligado por su Constitución a pronunciarse sobre el documento por referendo.

Los otros Estados de la UE optaron por una ratificación parlamentaria, que ya fue efectuada en 18 paí­ses.

El Gobierno irlandés anunciará a últimas horas de la tarde, en el castillo de Dublí­n, los resultados definitivos del referéndum.

El «no» de Irlanda abrirí­a un nuevo perí­odo de crisis en la UE, semejante al vivido por el bloque después de que Francia y Holanda rechazasen en las urnas la Constitución Europea, que quedó en letra muerta.

«Ya no habrá Tratado de Lisboa» si los irlandeses se oponen a él, «excepto si se retoma el diálogo con el pueblo irlandés», estimó el jueves el primer ministro francés, Franí§ois Fillon.

La ratificación del tratado fue apoyada por todos los partidos polí­ticos mayoritarios, entre ellos el del primer ministro, Brian Cowen, que advirtió que su rechazo «debilitarí­a» la economí­a irlandesa, que se benefició sobre manera de la adhesión del paí­s a la UE.

CRISIS


Siete años y medio de negociaciones, dos tratados, un largo proceso de ratificación repetido dos veces y demasiadas, siempre demasiadas, cumbres de discusiones, a veces ridí­culas, hasta el alba: todo el esfuerzo para reformar las instituciones europeas puede haber quedado liquidado con el «no» de apenas un millón y medio de votantes irlandeses, en contra de los 18 parlamentos europeos que ya han dado su «sí­» al Tratado de Lisboa.

Esta mañana, brillaba un raro sol en Bruselas, pero justo a las nueve, cuando las urnas se empezaban a abrir en la pequeña isla que votó ayer en referéndum, el cielo se ennegreció hasta provocar una oscuridad casi nocturna, tal vez una señal de la depresión que se acercaba.

El Tratado, una versión más complicada de la Constitución Europea, no incluye polí­ticas nuevas -ni grandes revoluciones-, sino mecanismos para agilizar el monstruo después de la ampliación a 27; su rechazo no cierra la UE, pero la devuelve, una vez más, a un estado de crisis y caos de difí­cil recuperación, al menos tal y como ha funcionado en las últimas cinco décadas.

«El barco no se hunde, pero zozobra», comentaba un funcionario comunitario, dentro del «shock» general tras los primeros datos sobre el rechazo irlandés. La Comisión Europea aún espera a los resultados oficiales, pero su portavoz, el alemán Johannes Laitenberger, fue literalmente acorralado esta mañana por un grupo de reporteros, que le acusaban directamente de no haber hecho campaña por el «sí­» ni haberse molestado en informar sobre el complejo Tratado o desmentir algunos de los mitos y falsos rumores en Irlanda, como que el texto obligarí­a a aceptar el aborto o a recortar la natalidad.

«Son los Estados miembros los responsables», insistí­a, intentando defenderse de los enfadados o frustrados periodistas y expertos europeos.