Autonomí­a o ¿Abusomaní­a?


Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

Es de público conocimiento que en el presente, la conducta de varios alcaldes y corporaciones municipales deja mucho que desear, y que amparan sus actos corruptos, ilegales, o de prepotencia, en la autonomí­a que la Constitución de la República otorga al municipio. Quiero en esta oportunidad, aunque sea sumariamente, referirme a la naturaleza del municipio, su historia y evolución. El hombre, no obstante su pequeñez, que habita en un mundo también pequeño y además hostil, es el objeto principal de nuestras relaciones y de nuestros estudios, ya que gracias a que está dotado de facultades biológicas extraordinarias, no sólo pudo subsistir, sino también evolucionar y descubrir y conquistar la naturaleza, hasta lograr la posición privilegiada que actualmente tiene. Esencial en el ser humano para poder sobrevivir, ha sido su instinto gregario y su necesidad de asociación. Por la atracción de los sexos se unieron hombre y mujer para formar un pequeño núcleo con su prole. Pero las necesidades primarias, el medio ambiente y otros factores, obligaron a estos pequeños núcleos familiares a asociarse, organizarse y formar unidades con lí­mites bien definidos, o sean las comunidades. Para la transformación de un simple grupo a una comunidad, fueron indispensables dos procesos, a saber: 1) La adaptación y organización de la conducí­a de los individuos, y 2) El desarrollo de una conciencia de grupo, es decir, un sentimiento de unidad. Empero, para que se configure una comunidad es necesario que concurra otro elemento imprescindible, cual es la permanencia de la agrupación por un perí­odo considerable. Por ejemplo, la reunión de un grupo de personas que asisten a un espectáculo, no puede calificarse como una comunidad o una sociedad, ya que al concluir el motivo de la reunión el grupo se dispersa y, a pesar de que pudo animar un sentimiento común a los asistentes, no puede hablarse de un cambio en sociedad por lo transitorio de la concurrencia. Fue en las primeras comunidades en que, asimismo, aparecieron las primeras formas rudimentarias de gobierno. Los individuos más hábiles, los más astutos, o los más fuertes y valerosos, pudieron sacar avante al grupo comunitario en momentos de peligro o ante una necesidad apremiante, y desde ese instante, se constituyeron en sus dirigentes. Es el primer asomo del polí­tico que más tarde, con la evolución de la humanidad, se perfilarí­a como el llamado a integrar los gobiernos, expresión de la estructura del Estado moderno. Aquellas comunidades con necesidades, conciencia de grupo y propósitos definidos, dentro de una circunscripción territorial determinada, con el devenir histórico se transformaron en lo que hoy conocemos como municipios. Y varias comunidades, que debido a los accidentes geográficos, medio ambiente y, a veces factores étnicos y religiosos, y que se agruparon dentro de mayores extensiones territoriales en diversas latitudes, fueron el origen de las naciones. (Continuará)