Aunque el presidente ílvaro Colom dio marcha atrás en su anunciada decisión de aplicar una ley que obliga a los propietarios o arrendatarios de tierras con extensiones mayores de cien manzanas, a cultivar maíz en un 10 % de esos inmuebles rurales, dedico este espacio a dar a conocer otras acotaciones a mi artículo anterior del jueves 5, por respeto a mis lectores, que apoyan o rechazan el Decreto 40-74, promulgado por el general Carlos Arana Osorio, nada menos.
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Marco Vinicio Mejía, colega columnista de este diario, indica que si en 1974, con el control que ejercían los militares no se puso en práctica; «ahora menos, en esta gelatinosa política que llaman democracia. Propongo retomar la discusión sobre el funcionamiento de la propiedad. Nuestro sistema se basa en la absolutización de la propiedad, y no de la protección a la vida».
Distinta es la opinión del señor Belter Danilo Contreras, quien tardíamente propone que se revise la inicial decisión del presidente Colom, y cita como ejemplo el suyo al señalar que «cultivo en mi finca el 100 % de café. ¿Qué hago? ¿Eliminar el café para sembrar maíz? ¿Quién me asegura que con el precio del maíz me va a ir mejor que con el café?»
El compatriota Gil Zu, al respaldar la frustrada aplicación de la citada ley, asevera que la siembra de granos básicos en una crisis de hambruna es, además de necesaria, humana. La doctora Bárbara Schieber, por su parte, se pregunta ¿No será que podamos clonar y reproducir (¿el Decreto 40-70?), para fomentar la exportación de productos no tradicionales?
A propósito de Bárbara, recibí un mensaje suyo dirigido a varios periodistas, por medio del cual reclama la solidaridad de los columnistas, en vista de que presume que como escribió un artículo crítico contra Telgua en su sitio The Guatemala Times, esa empresa transnacional le desconectó todo los servicios que usaba, tales como teléfono fijo, Internet y teléfono móvil, simultáneamente. Sospecha que es una represalia de Telgua.
Retomando el tema de la controvertida ley, la periodista Blanca Rosa González anota que era de esperarse la oposición inmediata de los terratenientes al decreto en referencia. «Los amos y señores de la tierra no quieren ceder un ápice -advierte-; pero algún día alguien les pedirá cuentas de sus maldades».
Por su parte, el agrónomo Rolando Rodríguez me envió un mensaje en el que señala que, como es egresado de la Escuela de Agricultura, su vida de adulto la dedicó a trabajar en la agricultura y en empresas agrícolas, por lo que entiende del asunto.
Don Rolando indica que la aplicación de la ley mencionada no es lo más apropiado, porque -según su parecer- la verdadera producción de granos básicos está en manos del pequeño agricultor y en la seca (siembras regadas con agua de lluvia). Pero con los inviernos más erráticos, año tras año el agricultor cada vez cosecha menos quintales por área. Estima que durante los últimos años, el promedio de cosecha es de 25 quintales de maíz por manzana.
Agrega que si las parcelas tuvieran un sistema de riego, los propietarios podrían obtener alrededor de 40 quintales por cada una de tres cosechas al año; pero para ello hace falta la infraestructura de riego. Debe aprovecharse una buena parte de los ríos y regar por gravedad, para evitar el incremento de costos por gastos de energía.
El señor Rodríguez me cuenta que desde hace tres años reside en Estados Unidos y suele viajar por varias regiones de ese país, de tal manera que al recorrer la autopista que une a las ciudades californianas de Los íngeles y San Francisco ha observado un enorme caudal de agua de riego que corre paralelo con la moderna carretera de la ruta nacional 5, y de esa cuenta se imagina las ventajas que se le podrían aprovechar al recorrido del ríos Motagua, en Guatemala, y cuyos beneficiados serían los habitantes de varios departamentos del Oriente del país. Irónicamente dice que para ello se podrían aprovechar los Q82 desviados en el Congreso.
(El terrateniente Romualdo Fichas, de retorno a la capital y sentado en un bar con sus amigos, llama al celular de su esposa: -Llegaré tarde porque estoy metido en un embotellamiento en la Aguilar Batres. La mujer repone: -No tengás penas que yo estoy en una trabazón en la Roosevelt).