Hace algunos meses el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, exigió en forma abrupta al gobierno de ílvaro Uribe que otorgara estatus de beligerancia a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, la guerrilla más antigua del continente y provocó airadas reacciones no sólo de las autoridades colombianas, sino del resto del mundo. Ello ocurrió cuando se rompieron las negociaciones para lograr la liberación de rehenes y Caracas consideró que en Bogotá se había cedido a presiones norteamericanas para alejar a Chávez del protagonismo.
Hoy Chávez vuelve a sorprender aunque en forma positiva, puesto que ha planteado a la dirigencia guerrillera colombiana la necesidad de entender el anacrónico planteamiento de la lucha armada y cómo las FARC se convierten en un pretexto para que el gobierno norteamericano mantenga e incremente su presencia militar en la región, con la consecuente amenaza para varios gobiernos latinoamericanos que no están en la órbita de influencia de Washington. Chávez pidió también que se proceda de inmediato y de manera incondicional a la liberación de los rehenes que permanecen en poder de la insurgencia colombiana a fin de desactivar la crisis permanente por esa situación contra centenas de ciudadanos.
En efecto, hay que entender que desde el punto de vista de lo posible, la guerrilla colombiana no tiene viabilidad en su lucha armada para alcanzar el poder y simplemente es, como dice Chávez, un anacronismo que sirve de pretexto para hablar de terrorismo y aumentar la presencia militar de los Estados Unidos en la región. Hace pocos días hubo un serio incidente cuando un avión norteamericano violó el espacio aéreo de Venezuela y la semana pasada Caracas realizó operativos militares para mostrar su capacidad de respuesta, elevando las tensiones en la región. Sin el papel activo de las FARC en el cono norte de Sudamérica, el papel del ejército norteamericano se tendría que limitar al combate del narcotráfico en espacios internacionales, pero la «amenaza» terrorista de la guerrilla es un elemento para explicar, si no para justificar, la masiva presencia militar en el área.
Creemos que el planteamiento actual es congruente con las realidades políticas de este inicio de milenio y que no existe ni posibilidad real para las FARC de lograr objetivos concretos ni existe justificación para la lucha armada cuando se abren los espacios de la participación democrática que son los que deben estimularse con mucha seriedad para que los grupos disidentes tengan oportunidades reales de hacerse oír en la realidad de sus respectivas naciones.