AIE pide revolución tecnológica


El humo de un incendio en Universal Studios oscurecen el ambiente en California. Se evalúan las estrategias para que haya compromiso de los paí­ses para invertir en contra de las emisiones de CO2.

El mundo debe destinar el 1% de sus ingresos anuales para reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2050, indicó hoy la Agencia Internacional de Energí­a (AIE), que pidió «una revolución tecnológica» para luchar contra el cambio climático.


Los paí­ses no pueden quedarse con los brazos cruzados si quieren evitar que las emisiones de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero, aumenten un 130% a mediados de siglo, cuando la demanda de petróleo se dispare un 70%, previó la AIE en un informe publicado en Tokio.

Para reducir a la mitad las emisiones de CO2, el mundo deberí­a consagrar 45 billones de dólares (28,85 billones de euros) adicionales para desarrollar tecnologí­as energéticas limpias, es decir, el 1% del Producto Interior Bruto (PIB) promedio del planeta, calculó la AIE.

«No cabe duda de que alcanzar el objetivo de 50% de reducción de emisiones constituye un desafí­o formidable», declaró en rueda de prensa en Tokio el director ejecutivo de la AIE, Nobuo Tanaka.

Esta meta «requiere acciones polí­ticas inmediatas y una transición tecnológica de una magnitud sin precedentes. Esto exigirá una nueva revolución tecnológica que transforme completamente la forma en que producimos y utilizamos la energí­a», agregó.

El director ejecutivo de la Agencia, que aconseja a 27 paí­ses en materia de polí­tica energética, recordó que ese recorte a la mitad es precisamente el objetivo que se ha fijado el Grupo de Expertos Intergubernamentales sobre Clima (IPCC) de la ONU para impedir que la temperatura media mundial aumente de 2,4 grados celsius.

Según el informe de la AIE, este requerimiento supone que 35 centrales térmicas de carbón y 20 centrales de gas sean equipadas cada año con tecnologí­as para captar el CO2 que emiten.

Un total de 32 centrales nucleares y de 17.500 eólicas deberí­an, además, ser construidas al mismo ritmo.

Y es que ninguna forma de energí­a ni de tecnologí­a puede por sí­ sola resolver los problemas del cambio climático, subrayó la AIE.

Según el IPCC, vastas regiones del planeta pobladas por millones de personas serán engullidas por el mar y entre el 20% y el 30% de las especies vegetales y animales correrán el riesgo de extinguirse si la temperatura aumenta entre 1,5 y 2 grados suplementarios en 2100, respecto a finales del siglo XX.

Pero paí­ses ricos y pobres están divididos sobre la forma de impedir este escenario.

El rápido crecimiento de los paí­ses emergentes como China e India, así­ como la escalada de los precios del crudo y del gas, están echando por tierra los esfuerzos mundiales para reducir el consumo de carbón, una fuente energética altamente contaminante, se inquietó la AIE.

En China e India, «se deben lograr enormes reducciones (del consumo) de carbón. Y no será fácil», comentó el director ejecutivo adjunto de la Agencia, William Ramsay.

«Sus mercados no adoptarán fácilmente este tipo de energí­as onerosas», pero necesarias para captar y almacenar el CO2, y sus consumidores tampoco aceptarán de buen grado pagar más cara la electricidad procedente de energí­as limpias, explicó.

«En las calles de India, ya se puede constatar que aumentar el precio de la energí­a es polí­ticamente muy peligroso», dijo Ramsay.

En efecto, el gobierno indio subió esta semana los precios de los carburantes, provocando una ola de protestas y huelgas.