Las personas que integran los equipos de Gobierno, fueron escogidos o seleccionados por sus méritos específicos en las diferentes disciplinas que comprende la administración pública; es decir, profesionales que conocen en realidad la problemática que vive el país, a la cual podrían ellos darle soluciones de diferente temporalidad: inmediatas, mediatas y teleológicas.
En el ramo de la educación pública, es común que los equipos de trabajo se integren con personas que no tienen una relación directa con la educación, o en su caso, que hayan tenido experiencia en el campo vivo de la enseñanza; de esa cuenta es que se nombraron autoridades profesionales en otras disciplinas que llegan a imponer órdenes y lineamientos de tipo político y económico que no favorecen al campo educativo.
Lo anterior, ha sucedido de forma continuada desde los anteriores Gobiernos, y entre las autoridades que han tenido el Ministerio de Educación, se distinguen MILITARES, ADMINISTRADORES/AS DE EMPRESAS, ECONOMISTAS, DOCTORES EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIí“N, INGENIEROS/AS EN SISTEMAS, Mí‰DICOS TRAUMATí“LOGOS y en los cargos de viceministros/as personas que en algunos casos, apenas si han alcanzado una preparación a nivel medio, ni siquiera universitario.
Prevaleció y aún, el criterio de pago de deuda política, sin importar el verdadero objetivo que como autoridades DEBEN proyectar hacia la población estudiantil; el MINEDUC sigue inmerso en una laguna administrativa sin prestar atención a los aspectos formativos y docentes, es decir, a los aspectos humanos de la enseñanza. En otras palabras, se ha olvidado del rescate de las ciencias de la educación y sobre todo, su aplicación en los diferentes niveles educativos del sistema escolar.
La respuesta a tales situaciones ha sido por parte del sector docente, adoptar una actitud de indolencia como un «castigo» a las autoridades por no prestar atención debida al proceso educativo en todas las áreas del país; sin importar que el sector necesitado (los niños/as y jóvenes) promueva su ciclo escolar con grandes deficiencias; lo cual se traduce en fracasos a corto plazo en niveles superiores de enseñanza.
La responsabilidad de lo anterior recae en las autoridades y en los maestros/as, porque por un lado, las autoridades desvían los fondos destinados para rubros educativos (caso del desvío de fondos para la remodelación del aeropuerto) y por el otro lado, los maestros/as con su indolencia enseñan a los niños/as la conducta del menor esfuerzo para obtener resultados «positivos» en sus evaluaciones.
El sector docente, de hecho, manifiesta su inconformidad con el sistema -insisto- con la indolencia; y por ello es que manejan el criterio de que hay autoridades magisteriales sin autoridad (ni moral ni científica) para dirigir los destinos de la educación en Guatemala.