Hillary Clinton anunció que abandonará su aspiración de convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos el sábado y que apoyará a su hasta ahora rival, Barack Obama, quien se preparaba para relanzar su campaña, ahora con el republicano John McCain como enemigo.
En una carta a sus seguidores publicada en varios reportes de prensa hoy, Clinton afirmó que aprovechará un evento el sábado en Washington para agradecer el respaldo obtenido e instar al Partido Demócrata a unificarse alrededor de Obama.
«He dicho durante la campaña que apoyaría de manera firme al senador Obama si se convirtiera en el nominado del Partido Demócrata, y mi intención es cumplir esa promesa», dijo la ex primera dama en la misiva.
«Hablaré el sábado acerca de cómo juntos podemos concentrar al partido detrás del senador Obama. La apuesta es muy alta y la tarea ante nosotros muy importante para hacer otra cosa», apuntó la carta de Clinton, quien públicamente hasta este momento ha rehusado admitir su derrota frente a Obama.
«Mis diferencias con el senador Obama son pequeñas en comparación con las diferencias que tenemos con el senador McCain y los republicanos», dijo.
Obama, quien obtuvo el martes tras las últimas primarias demócratas la cantidad de delegados suficiente para proclamarse candidato del partido para las presidenciales de noviembre, ofreció un mensaje de unidad similar al de Clinton, cuando los demócratas se encuentran muy divididos tras cinco meses de desgastantes primarias.
«Ahora que la pelea interfamiliar fue resuelta, todos podemos enfocarnos en lo que se necesita hacer para noviembre», dijo el senador negro en un acto para recaudar fondos anoche en Manhattan, según publicó hoy el New York Times.
Ayer, la campaña de Clinton había anunciado que la aspirante a la Casa Blanca abandonaría el sábado la carrera, luego de que los medios informaran de la decisión de la ex primera dama, aparentemente presionada por el liderazgo demócrata.
Si Hillary Clinton finalmente se retira de la campaña, Obama será el candidato de su partido frente al republicano John McCain.
Así, los estadounidenses tendrían que elegir entre un joven y carismático senador negro, de 46 años, y el senador por Arizona, un héroe de la guerra de Vietnam de 71 años.
A cinco meses de las presidenciales, según un promedio de encuestas realizado por el sitio independiente RealClearPolitics, Obama marcha ligeramente por delante de McCain en intención de voto, con 46,6% contra 45,2%.
Mientras, Hillary Clinton empieza a sonar con posibilidades de ser la compañera de fórmula de Obama como candidata a la Vicepresidencia.
La campaña de Obama anunció que Caroline Kennedy, hija del asesinado ex presidente John F. Kennedy, fue seleccionada como parte del equipo de tres miembros que elegirá a ese candidato a vicepresidente.
El vocero de Obama, Bill Burton, dijo en un comunicado que el equipo incluirá también al ex subprocurador general, Eric Holder, y a James Johnson, un miembro del Partido Demócrata de larga data.
El presidente de la campaña de Clinton, Terry McAuliffe, dijo a la cadena MSNBC que una fórmula Obama-Clinton sería «imparable». «Creo que estaríamos en la Casa Blanca por 16 años», agregó.
Un misterio en torno al ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton intriga a los analistas políticos: ¿cómo es posible que un hombre que lo alcanzó todo, el «chico de oro» capaz de sobrevivir a un escándalo sexual, pudiera envenenar de tal modo la campaña de su esposa?
Mientras la carrera por la candidatura demócrata a la presidencia está prácticamente terminada para Hillary Clinton, derrotada al término de las primarias por su rival Barack Obama, las críticas hacia su marido emergen desde todas partes.
Unos lo acusan de haberle hecho demasiada sombra a Hillary, otros de haber jugado la carta del nepotismo y otros de haber favorecido vilmente las divisiones raciales. Y algunos simplemente se asombran de sus descontroles verbales, que afectaron la campaña de su mujer y su propia imagen de estadista.
Si Hillary figura, como muchos de sus partidarios desean, en una fórmula demócrata como candidata a la vicepresidencia, «el equipo de Obama debería establecer reglas estrictas sobre lo que el presidente Clinton podrá o no podrá hacer durante la campaña», estimó ayer el gobernador de Pensilvania, Ed Rendell, en el canal de televisión NY1.
«Por ejemplo, la campaña de Obama debería controlar su agenda, dónde va, a qué estados», insistía este funcionario demócrata, ferviente seguidor de Hillary y amigo de la pareja Clinton.
En un fustigante artículo publicado recientemente por la revista Vanity Fair, el periodista Todd Purdum estimó que Bill Clinton «ensució la campaña de su mujer».
Criticando su «narcisismo irritable», vinculó su personalidad colérica a una operación del corazón a la que fue sometido hace varios años y aludió a su supuesto comportamiento mujeriego.
El artículo le valió al periodista los epítetos de «repulsivo», «basura» y «deshonesto» de Bill Clinton. Los responsables de la campaña de Hillary presentaron entonces sus excusas por el lenguaje «fuera de lugar» del ex presidente, al tiempo que calificaron la nota de «escandalosamente injusta».
En medio de los fracasos de la campaña Clinton, el bloguero político del Washington Post Chris Cillizza señalaba en particular la necesidad de «controlar a Bill».
Hasta entonces extremadamente popular en la comunidad negra, hasta el punto de que ganó el apodo de «primer presidente negro» de Estados Unidos, Bill Clinton vio que su aura se esfumaba inexorablemente cuando algunas declaraciones suyas fueron interpretadas como racistas.
Bill Clinton también atacó a la prensa, al acusarla de haber tomado parte por Obama e intentar «meter a Hillary en la picota».
«Pensábamos que sería positivo mostrarlos como pareja, Bill y Hillary», explicó un funcionario de la campaña. «Pero algunos no vieron más que a «los Clinton», en lugar de considerarla a ella por sí misma», se lamentó.
Para la autora feminista Camille Paglia, Bill Clinton no fue más que una «carga» que «tuvo preferencia en el discurso de campaña para hablar de sí mismo o para inyectar el debate de sobreentendidos raciales».
«La próxima candidata seria a la presidencia estará advertida si quiere cargar con un eventual marido en la espalda. Si las mujeres quieren realmente ser iguales, deben dirigir por sí mismas sus propios combates, sin depender de la luz de otros», escribió Paglia recientemente en el London Telegraph.