Adiós a los barcos de ayuda


Las naves de Estados Unidos se aprestaban a zarpar de aguas birmanas, ante la imposibilidad de entregar la ayuda alimentaria.

Cuatro naví­os militares de Estados Unidos, que desde el 13 de mayo esperaban frente a las costas de Birmania para socorrer a los supervivientes del ciclón Nargis, abandonarán el lugar mañana después de que la junta birmana se negase categóricamente a aceptar su ayuda.


La semana pasada, un barco de la Marina francesa ya habí­a renunciado a descargar mil toneladas de ayuda humanitaria directamente en Birmania y no tuvo más remedio que dirigirse hacia Tailandia para confiar su carga al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU.

Las autoridades birmanas se han mostrado extremadamente recelosas de los paí­ses occidentales, de los que sospechan pretenden desestabilizar el paí­s con sus «barcos de guerra».

«En las últimas tres semanas, intentamos al menos en quince ocasiones convencer al gobierno birmano de que permitiese a nuestros barcos, helicópteros y naví­os desembarcar para proporcionar ayuda humanitaria a la población de Birmania», declaró el almirante Timothy Keating, de la comandancia de la flota estadounidense en el Pací­fico.

«Pero los generales birmanos se negaron» y «ha llegado el momento de que el grupo dirigido por el «USS Essex» se dirija hacia su próxima misión», afirmó en un comunicado difundido por la embajada de Estados Unidos en Bangkok.

Varios aviones de transporte estadounidenses permanecerán en Tailandia para asistir a las organizaciones de ayuda humanitaria en caso de necesidad, pero los cuatro buques abandonarán la zona mañana, reservándose la posibilidad de regresar a Birmania si la junta cambia de opinión, precisó Keating.

Los buques estadounidenses -el «USS Essex», el «USS Juneau», el «USS Harpers Ferry» y el «USS Mustin»- estaban posicionados desde el 13 de mayo fuera de las aguas territoriales birmanas.

Además de su tripulación habitual, los buques transportaban a mil marines, 14 helicópteros, 15 mil contenedores de agua y material de purificación capaz de producir decenas de miles de litros de agua potable por dí­a.

«Estoy a la vez entristecido y frustrado, porque estábamos preparados para contribuir a aliviar el sufrimiento de cientos de miles de personas y a limitar las pérdidas de más vidas, pero no pudimos hacerlo a causa de la posición implacable de la junta militar en Birmania», concluyó el almirante Keating.

El ciclón Nargis, que devastó grandes regiones del sur de Birmania el 2 y 3 de mayo, dejó al menos 133.600 muertos y desaparecidos, según un balance oficial.

Naciones Unidas considera que 1,1 millones de personas de los 2,4 millones de damnificados no recibieron ninguna ayuda internacional más de un mes después del cataclismo.

La mayor parte de ví­ctimas se concentra en el delta del Irrawaddy, región que estuvo totalmente cerrada a los extranjeros hasta la visita del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el 22 y 23 de mayo.

Desde entonces, las organizaciones humanitarias señalaron algunos progresos en la apertura de la junta birmana a los cooperantes internacionales, señalando sin embargo que ésta es aún insuficiente.