La madre en el concepto bí­blico


SER MADRE, es el destino por excelencia de quienes nacidas hembras por bondad de Dios, llegan a su tiempo por voluntad propia y de varón a convertirse en mujer, para ser madres solteras o casadas, siempre dichosas, bienaventuradas en el acto supremo e imponderable del alumbramiento de otra vida traí­da al mundo.

Santiago Villanueva Gudiel

La bienaventurada Virgen Marí­a, madre de El Señor Jesucristo el regalo inefable de Dios al mundo y a todo aquel que lo cree y recibe, estuvo a punto de ser madre soltera involuntariamente, cuando a José su desposado lo asaltó el pensamiento de dejarla en secreto; pero estando en sueño un ángel del cielo le dio la Palabra de Dios de no dejarla, y despertó para casarse con ella y ser el padre de Jesús.

Entre los humanos la hembra puede convertirse en madre soltera por descuido propio de su virginidad, al no ser advertida o preparada por sus padres de su cuidado, o por la violencia traumática de un varón que la hace mujer y pueda convertirla en madre irreflexivamente, y el responsable no honra su ser de «hombre» para llegar a ser marido y padre dignamente responsable del fruto de la aventura amorosa irreflexiva.

SER MADRE, es también alcanzar el peldaño más alto de la maternidad al llegar a ser SUEGRA Y ABUELA para perpetuar la especie y su propio linaje. Este fue el sentir del Señor Jesús siendo la representación pura de Dios, cuando dos dí­as antes de las bodas de Cana en Galilea, como segundo paso inicial de su ministerio llegó a la casa de Simón, ahora llamado Pedro el Apóstol de Jesucristo, y halló postrada con fiebre a su suegra, madre de su esposa, la sanó y levantó, y ella lo recibió también en su corazón, le sirvió a él y sus cuatro discí­pulos la cena de la tarde, les dispuso aposento para dormir y preparó el desayuno del siguiente dí­a. Así­ consagró el Señor Jesús el dí­a y milagro de LAS SUEGRAS bendecidas también por Jesucristo al ser abuelas. ¿Y la mujer de Pedro qué?… ¿Se perdió la presencia de Jesús, el privilegio de escucharlo, seguirlo y servirle?… por no estar en su casa para el encuentro con el Señor Jesús.

El calificativo, concepto o significado que Dios dio a EVA la primera hembra humana en el mundo, fue de MUJER IDí“NEA, en todo el sentido de la Palabra al estilo del capí­tulo 31 de los Proverbios de Salomón, y el de madre de todos los vivientes. Adán el primer ser humano y varón en el mundo, le dio a EVA los calificativos de: «Varona,» «mi hueso,» «mi carne», y compañera por haber sido tomada de su propio cuerpo como materia prima en las manos de Dios, que les dio el espí­ritu de vida. Hechos varón y hembra jóvenes, no adolescentes, se consumaron marido y mujer, esposo y esposa, estableciendo que por esto ambos en la posteridad dejarí­an madre y padre para llegarse el uno al otro y ser una sola carne, y un mismo espí­ritu..

Adán dejó la solterí­a. Cambió indudablemente su estado de vida a más positivo con la ayuda de la mujer idónea, porque el amor edifica y construye el hogar y la familia; fueron solidarios en ponerse de acuerdo en proliferar, pues como dice la Sagrada Escritura: «Es verdad que en el Señor, no se puede hablar de varón sin la mujer, ni de la mujer sin el varón. Pues si Dios ha formado del hombre a la mujer, el hombre nace de la mujer, y ambos vienen de Dios» (I Corintios 11:11).