Cuando en tu casa la falta de afecto se cuele por las ventanas como un viento frío y te haga temblar, haz una fogata con los leños del servicio atento y los delicados detalles.
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Si en el jardín de tu hogar empieza a crecer la mala hierba del egoísmo y la incomprensión, empéñate en arrancarla de raíz para que las flores de la armonía puedan crecer y adornar graciosamente.
Puede ocurrir también que entre los miembros de tu familia se construyan muros de separación e incomunicación, entonces es la hora de derribarlos con los fuertes brazos de la alegría y el compartir.
O si pasa que tu vivienda resulta incómoda para quienes la habitan, y tus seres queridos llegan a ella como a un hotel, ponle la gracia de la sencillez y lo más bellos adornos que son la paz y el amor.
¡Esa es tu tarea, madre, ama de casa y esposa!