Arroz japonés para EL MUNDO


Una mujer musulmana carga unas bolsas con arroz, luego de hacer una larga fila en Tailandia para conseguir este grano que ha escaseado en Asia.

Productor excedentario de arroz y obligado a desempeñar a la vez el papel de importador, Japón dispone de un abundante stock inutilizado que por fin podrí­a encontrar salida ante la oportunidad que le ha brindado la actual crisis alimentaria mundial.


El precio del arroz en el mundo se ha disparado en los últimos meses, pasando de los 375 dólares (238 euros) la tonelada en diciembre a mil 100 dólares (698 euros) en abril, según los cálculos de la organización norteamericana Center for Global Development (CGD).

Pero la escalada apenas se ha notado entre los consumidores japoneses, puesto que el precio del arroz está por las nubes desde hace décadas. El precio de venta sobrepasa ligeramente los 2 mil dólares (mil 269 euros) la tonelada sin ninguna alternativa para el comprador ya que las subvenciones masivas y las tasas de aduana prohibitivas bloquean celosamente el mercado.

«El mercado japonés del arroz es completamente independiente del internacional», señaló Kyohei Morita, analista de Barclays Capital en Tokio.

A los japoneses les gusta llamar a su paí­s «mizuho no kuni», que significa «paí­s del arroz abundante».

Las extensiones de arroz, generalmente gestionadas familiarmente, tienen un rol muy importante en el imaginario colectivo, la cultura y la gastronomí­a nacionales, pero también en la polí­tica: los agricultores apoyan tradicionalmente al partido liberal-demócrata, el grupo de derecha en el poder desde hace medio siglo.

Estos pequeños campos sólo sobreviven a base de subvenciones del Estado, puesto que el 40% no está explotado y el consumo no deja de caer, ya que cada vez más japoneses prefieren la pasta, el pan u otros productos occidentales.

Según el ministerio de Agricultura, Japón produjo 8,71 millones de toneladas de arroz en 2007, de las que sólo se exportó una cantidad í­nfima.

A esto se le añaden las 770 mil toneladas que el paí­s está obligado a importar cada año, esencialmente de Estados Unidos, de Tailandia o de Vietnam, para garantizar un «acceso mí­nimo» a su mercado, según las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Estas importaciones no acaban nunca en los estantes de los supermercados. «El arroz tailandés no es apto para la cocina japonesa. El arroz californiano es más similar al japonés, pero para proteger a los agricultores, el gobierno les ha prometido que nunca llegará al consumo directo», explica Nobuhiro Suzuki, profesor de la Universidad de Tokio.

Cerca de 2,3 millones de toneladas de arroz están actualmente en stock. Un millón de toneladas proviene del excedente nacional y el resto es importado.

Pero, con la crisis alimentaria mundial que amenaza con hambrunas a numerosos paí­ses productores de arroz, Tokio ha anunciado su intención de vender urgentemente 200 mil toneladas de arroz a Filipinas y otras 20 mil toneladas a cinco paí­ses de ífrica.

Estados Unidos «apoya» la iniciativa japonesa, indicó Gretchen Hamel, portavoz de la Representante del Comercio, tras un encuentro bilateral sobre el asunto. «Los dos paí­ses están de acuerdo en la necesidad de actuar con rapidez», añadió.

Estados Unidos pretende autorizar a Japón a revender a otros paí­ses el arroz que le ha comprado. Según las reglas de la OMC, en efecto, un paí­s sólo puede reexportar el arroz si el exportador inicial da su acuerdo.