Gabriel Aguilera Peralta
Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad para Centroamérica (CEESC)
Cuando visité Japón por primera vez, me llamó la atención que algunos policías portaban armas y otros no. Por lo demás no se veían armas por ninguna parte. Ni siquiera cuando fui a visitar la Agencia de Defensa (equivalente al Ministerio de la Defensa) vi guardias armados. Pregunté sobre ese hecho y me explicaron que la legislación japonesa sobre la tenencia de armas de fuego es de las más severas del mundo. No se supone que una persona particular tenga por qué poseer un arma y de allí que solamente se permiten escopetas de cacería. Para adquirir una, se necesita tener licencia de cazador y el portador debe mantener al arma desarmada en su residencia y así transportarla al lugar de caza, solamente allí la puede armar y usar. Además, debe llevar la escopeta regularmente a una comisaría, donde la examinan para confirmar que no ha sido usada sin autorización.
Me viene ese recuerdo ahora que el Congreso retoma la discusión sobre una reforma a la ley de armas y municiones. El tema no es nuevo, tiene diez años de estar en la agenda del Legislativo, pese a que su tratamiento debe considerarse urgente, ya que la mayoría de los homicidios en el país se cometen con armas de fuego. La causa de la demora, pese a que existen una multitud de proyectos, se debe a la presión que ejerce sobre el Legislativo el lobby del poderoso comercio de armas y municiones. Sin duda es una actividad muy lucrativa, dado que la inseguridad hace que exista demanda, por una parte, y por la otra la legislación actual es tan permisiva, que una sola persona puede fácilmente ser autorizado para poseer y portar simultáneamente 9 o más armas.
La verdad es que la idea de que andar con un arma le puede dar a uno más seguridad es incorrecta. Es posible que sea razonable tener algún revólver en la casa, pero no veo en qué lo va a proteger a uno andar con una 9mm en la calle.
Recuerdo que hace un par de años, como tenía que recorrer el Valle del Polochic y había oído de bandas de asaltantes en esa zona, me hice acompañar de un chofer armado y yo mismo portaba una CZ. Un amigo en La Tinta, cuando nos vio, comentó que el ir armados lo único que iba a garantizar es que si éramos interceptados por una banda, seguramente nos matarían, y que oportunidad de defensa no tendríamos ninguna, ya que las bandas contaban hasta con diez elementos con armas largas. Efectivamente, un ciudadano armado usualmente no tiene posibilidad de defensa cuando enfrenta delincuentes que tienen más pericia y cuentan con más y mejores armas.
Contribuye a alta incidencia de homicidios
En los hechos, la abundancia de armas a lo que contribuye es a la alta incidencia de homicidios, inclusive los que ocurren en el marco de la violencia doméstica. En un país con una cultura de violencia, heredada de la guerra, es pésima idea ser tan permisivos en el derecho a portar armas. Por ejemplo, yo personalmente he visto cuando iracundos conductores sacan su arma por una disputa sobre derecho de vía. Hay casos en que se han dirimido a balazos disputas relacionadas con un juego de futbol
No creo que sea posible una limitación a la japonesa en Guatemala. Las circunstancias son muy diferentes y nuestros índices de violencia de los más altos en el continente. Pero sí es posible y necesario introducir limitaciones a la tenencia y portación de armas.
Entre las medidas recomendadas se incluyen las siguientes:
a. las llamadas armas largas, tales como fusiles automáticos y subametralladoras, deben ser de uso exclusivo de las fuerzas de seguridad.
b. La tenencia y portación de armas pequeñas debe estar limitada a una por persona.
c. Previamente a extender una licencia de tenencia y portación, los interesados deben someterse a examen que compruebe su capacidad de manejar un arma y su estabilidad psicológica, además de lo que ya se solicita actualmente, no tener antecedentes penales. .
La implementación de esta disposición, requeriría que los interesados recibieran un curso de inducción, que tiene como principal objetivo inculcar la idea de que un arma es un medio letal y peligroso, que debe mantenerse en condiciones de no acceso a terceras personas y que su manejo requiere mucha precaución. Muchas personas que portan pistolas o revólveres y por ello se creen protegidos, en realidad no están en condiciones de usarlas en situaciones de tensión o probablemente se disparen a sí mismos.
Aparte de ello, en el caso de aplicar la portación debe existir una razón fundada y comprobable. Por ejemplo, ser distribuidor de bienes de valor o algo similar.
d. La venta de municiones debe estar limitada. Actualmente se pueden adquirir todas las municiones que uno quiera y se venden más que durante el tiempo de conflicto armado.
e. Debe ser prohibida la portación de armas en determinados lugares, por ejemplo lugares de recreo familiar o con presencia infantil.
f. Es preciso establecer control en la importación de armas y municiones, para vedar la introducción de categorías de mayor letalidad.
Lo que también es importante, es promover campañas que tiendan a fomentar una cultura antiarmamentista. El caso es que los niños se acostumbran, por el cine y los juegos electrónicos, a la violencia y el uso de armas, lo que contribuye a la reproducción de la cultura de violencia que ya padecemos. Aunque ello es parte de la globalización, debemos a nivel nacional introducir en los programas educativos formales e informales, el fomento de la cultura de paz. Parte de esos emprendimientos son las campañas para cambiar juguetes bélicos por pelotas de futbol o la de canjear armas reales por víveres o instrumentos de trabajo. Se tienen muchas experiencias sobre las cuales organizar esos propósitos, por ejemplo IEPADES tiene años de trabajar en ese campo.
Diez años es mucho tiempo para estar considerando una reforma legislativa urgente. Las reformas legales no es que cambien la situación de la noche a la mañana, pero si inician un proceso necesario y congruente con los Acuerdos de Paz.
Gabriel Aguilera Peralta