«Tres monos» de Nuri Ceylan


La actriz turca Hatice Aslan posa en una sesión fotográfica previo a la presentación de la pelí­cula

El gran cineasta turco Nuri Bilge Ceylan vuelve a explorar la complejidad del alma humana y los ví­nculos de familia en «Tres monos», pelí­cula intensa y depurada, presentada hoy en competición en el Festival de Cannes.


Una vez más, Ceylan ofreció a Cannes un momento del más puro lenguaje cinematográfico: un filme en el que nada es descriptivo. Los sentimientos, las dudas, las contradicciones son manifestadas mediante diálogos sobrios, una cámara que parece entrar en el pensamiento de los personajes y una magistral dirección de actores.

Tras un accidente automovilí­stico en el que mata a un hombre, un polí­tico propone a su chofer asumir la responsabilidad del mismo y aceptar ser condenado en su lugar. A cambio, su familia seguirá cobrando su salario y él recibirá al salir de la cárcel una suma importante de dinero.

La mujer y el hijo del chofer deciden pedir un adelanto de esa suma sin decirle nada a él. Silencios y mentiras van resquebrajando las relaciones entre padre, madre e hijo, y haciendo reabrir las heridas de otros silencios anteriores.

Los tres monos del tí­tulo aluden a la fábula de los tres simios que se cubren los ojos, los oí­dos y la boca: «no ver, no oí­r, no decir para protegernos del sufrimiento: es lo que hacemos sistemáticamente en la vida», comentó el director.

«Creo que la familia porta en sí­ las cosas más trágicas de la vida», que «lo que se vive en una familia es un resumen de la sociedad, de la vida», afirmó el director, quien ya trató el tema de una crisis familiar, en ese caso de una pareja, en «Los climas», presentada en el Festival de Cannes en 2006.

Ceylan es autor asimismo de «Kasaba» (1997) y «Nubes de mayo» (1999), ambas seleccionadas en el Festival de Berlí­n, y de «Uzak» (Lejaní­a) que fue galardonada en Cannes en 2003 con el Gran Premio del Jurado y el premio de interpretación masculina.

Otro filme

El francés Arnaud Desplechin presentó este viernes «Un cuento de Navidad», la reunión anual de una familia burguesa marcada por el estigma de la muerte, lejana pero siempre presente, de un niño enfermo, filmada por un cineasta virtuoso.

La familia se reúne en Roubaix, la ciudad natal del cineasta, alrededor de la madre que necesita un injerto de médula ósea de algún allegado para evitar el desarrollo de una enfermedad mortal.

Las relaciones entre sus tres hijos no son fáciles, marcadas por la muerte de un cuarto hermano, a la edad de 7 años, por no haber podido recibir en su momento un injerto similar para sanar de una enfermedad genética.

La cita, en fechas navideñas, fomenta encuentros y desencuentros entre los diferentes componentes de la familia, siguiendo un guión un tanto espeso, que avanza piezas como un juego de tablero, filmado por Arnaud Desplechin con una rica mezcla de ingredientes narrativos (no faltan ni las sombras chinescas).

Suntuosos movimientos de cámara, riqueza de montaje, un ritmo que no decae, son marca de la casa de Desplechin, un cineasta virtuoso que también cuida mucho la palabra, casi literaria en los diálogos de «Un cuento de Navidad». Y en particular uno antológico, de desamor, entre la madre y el hijo maldito.

En esta pelí­cula coral, Desplechin cuenta de nuevo con un elenco deslumbrante, impecable en su trabajo, encabezado por Catherine Deneuve, Mathieu Amalric y Chiara Mastroianni.

Desplechin, que va por su quinto largometraje, es un puro producto del Festival de Cannes, que lo lanzó en 1991 con su mediometraje «La vida de los muertos» -germen de «Un cuento de Navidad»- en la Semana de la Crí­tica.