Hace ya algunos años el Derecho Procesal Penal era inquisitivo, secreto y producía numerosas anomalías que afectaban a la sociedad. Se buscó la manera de introducir en Guatemala el juicio oral, para que en un debate público fuesen aportadas las pruebas y de manera transparente se aplicaran las penas respectivas a los hechos delictivos. Pero la mente humana de algunos malos fiscales y jueces buscan la manera de no llegar al debate o juicio oral, y en casos de gran impacto, como en lo del desaparecido Banco de Comercio, una fiscal en lugar de investigar la actitud anómala del ex Superintendente de Bancos, señor Zapata, solicita al juez encargado de controlar la investigación levantar el arraigo en contra de dicho señor, y el juez segundo de Instancia Penal, que debió apremiar a la fiscal para que cumpliera con sus obligaciones constitucionales, decidió levantar el arraigo, dando así una puñalada a los miles de estafados que aún confiábamos en el Ministerio Público.
Cada vez vemos más difícil recuperar nuestros ahorros ya que los banqueros estafadores están prófugos, y quien debió supervisar las operaciones de dicho banco hoy puede abandonar el país.
Pero si un hombre pobre con hambre roba una gallina, son enviados los fiscales y jueces a estudiar en el extranjero, realizar un auténtico debate y con todas las solemnidades condenar a largos años de cárcel al hombre pobre.
Guatemala ya ha tocado fondo debido a que ya no creemos y dejamos de tener fe en fiscales y jueces.
Yo seguiré luchando, aún quedan algunos caminos, solamente le pido a Dios que en esta lucha en contra del crimen organizado ligado con algunos dueños de bancos, pueda salir con vida, ya que mi único pecado fue confiar en una institución en donde mis ahorros estuvieran seguros, ganando un interés
legal del 7% cada año, y no del 14% como dijera el nuevo Superintendente al tomar posesión recientemente.
Si el ex Superintendente hubiese desempeñado sus funciones con diligencia todos los grandes males se hubiesen evitado, pero hubo negligencia, dolo y complicidad en la quiebra fraudulenta del Banco de Comercio. Jamás denunció lo que él sabía que estaba pasando, en donde se engañó al público con certificados del banco, sellos del banco, cuando en realidad los fondos iban a una offshore fuera de plaza en el extranjero.
Es algo que no le deseo a nadie pero pronto habrá otro grupo protestando en las calles por las pérdidas de sus ahorros en un banco, en el momento en que los falsos banqueros decidan cerrar, salir del país o quedarse, da igual, de todas maneras nadie los persigue, teniendo a centenares de abogados a su servicio y fomentando la impunidad.
Solamente la fiscal y el juez en mención saben las razones por las que favorecieron al señor Zapata, pero todos los que perdimos nuestros ahorros seguimos en un calvario del cual algunos se han suicidado, otros han enfermado y otros jamás podremos realizar las metas propuestas, ya que con dinero proveniente de trabajo honrado lleva muchos años reunir un pequeño capital.