Muestra saca del olvido represión nazi contra sí­mbolo gay


La exposición berlinesa «El sexo quema» conmemora el 75º aniversario del saqueo y destrucción del instituto de sexologí­a del homosexual Magnus Hirschfeld, artí­fice judí­o de la modernización de la sociedad bajo la República de Weimar.


Hirschfeld (1868-1935) habí­a fundado este instituto en 1919, una «de las primeras instituciones consideradas contrarias a la ideologí­a aria que los nazis saquearon y cerraron,» según los organizadores de la muestra hasta el 14 de septiembre en el Museo de Historia de la Medicina de la Caridad, el mayor hospital berlinés.

«Hasta ahora se habí­a prestado poca atención al papel de Hirschfeld y a la destrucción de su instituto», el 6 de mayo de 1933 a manos de estudiantes nazis, como sí­mbolo del fin del espí­ritu liberal de Weimar, afirman los organizadores.

La integridad de la biblioteca, los archivos, las colecciones de fotografí­as y diapositivas así­ como un busto de bronce y un retrato de Hirschfeld fueron confiscados para ser quemados o vendidos.

Los estudiantes nazis quemaron la mayorí­a de las 10.000 obras cientí­ficas del instituto, consideradas como «descarriadas» por el III Reich.

Cofundador del primer movimiento homosexual mundial a inicios del siglo XX, Hirschfeld lanzó una petición para eliminar un párrafo del código penal que criminalizaba las relaciones sexuales entre hombres.

Igualmente, militó a favor de la legalización del aborto y de los métodos anticonceptivos. «Defendí­a la pluralidad de sexos y razas», indica Rainer Herrn, comisario de la exposición.

En su época, su instituto «con su mezcla de educación y curiosidad sexuales, constituí­a un verdadero centro de atracción», según Herrn.

Pero Hirschfeld, que abandonó Alemania en 1930 con destino Francia, donde falleció exiliado en 1935, fue considerado un enemigo de los nazis mucho antes de 1933 y estuvo amenazado incluso mucho después de su partida.

En Berlí­n, donde una calle fue rebautizada con su nombre el martes, siete artistas internacionales han analizado para la muestra varios aspectos de su trabajo cientí­fico y polí­tico, su personalidad, sus años en el exilio y el saqueo de su instituto de sexologí­a.

Un muro de cartón de cien metros, decorado con vitrinas para dejar escritos, fotos u objetos personales, constituye el centro de la muestra.

Entre los objetos insólitos, está una maleta y la anécdota asociada a ella.

Tras la muerte del último compañero de Hirschfeld, Li Shiu Tong, en 1993 en Vancouver, su empleado doméstico, Adam Smith, encontró dicha maleta entre un montón de objetos para tirar.

«En su interior, Smith descubrió la máscara de muerte y el testamento de Hirschfeld. Puso entonces un anuncio en internet para saber si alguien conocí­a a esta persona», explica Herrn. En 2005, Smith donó estos objetos a la sociedad Magnus Hirschfeld.