El fantasma de Ruanda persigue a Darfur


Muchos de nosotros todaví­a recordamos el genocidio ocurrido en Ruanda y la indiferencia que tanto los Estados Unidos como las Naciones Unidas mostraron al respecto. Nada más bastaron alrededor de cien dí­as para que más de 800 mil ruandeses murieran en lo que se conoce como uno de los más grandes fracasos de la administración del ex presidente estadounidense Bill Clinton y del entonces encargado de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas, Kofi Annan.

Hugo Asencio Aragón

Hasta la fecha muchos aún nos preguntamos ¿Por qué ni los Estados Unidos ni las Naciones Unidas, hicieron nada para primero evitar y luego detener esta terrible tragedia? Bueno, la respuesta que daré a continuación puede sonar un tanto frí­a y simple, pero al final considero que es la sí­ntesis y más clara explicación de lo que en realidad ocurre en el mundo y en la polí­tica. Según la teorí­a realista, las naciones que integran el sistema internacional, interactúan entre sí­ en búsqueda principalmente de conseguir sus propios objetivos polí­ticos y económicos, o sea que las naciones al relacionarse entre sí­ buscan su propio beneficio y el resguardo de sus intereses nacionales. Según esta teorí­a, los paí­ses, al relacionarse buscan su beneficio propio, y ninguno confí­a ni remotamente en el otro. Dada esta breve explicación de lo que es una teorí­a mucho más extensa, puedo entonces responder la pregunta anteriormente planteada.

La respuesta es muy simple: los Estados Unidos no consideró que su intervención en Ruanda fuera a beneficiarle ni polí­tica ni económicamente. En resumen, no existí­an intereses nacionales para los Estados Unidos en Ruanda. Por lo tanto, si los Estados Unidos quien desde el principio del establecimiento de las Naciones Unidas ha sido un factor influyente en todo lo que sucede en esta organización, en este momento se encontraba renuente a intervenir en Ruanda, entonces no es tan difí­cil entender el porqué Kofi Annan, a pesar de haber sido advertido de la situación en Ruanda por el general estadounidense Romeo Dallaire encargado de las fuerzas de paz en Ruanda en 1993 y 1994, unos dí­as antes de que el genocidio comenzara, éste decidió no tomar cartas en el asunto.

Años más tarde, muchos de los lí­deres polí­ticos que en su momento no hicieron nada con tal de ayudar a los ruandeses, incluyendo al ex presidente estadounidense Bill Clinton y el entonces ya secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan, viajaron a Ruanda para dar sus discursos de arrepentimiento por no haber hecho nada para evitar una de las más grandes masacres de la historia moderna. Muchos de estos lí­deres al igual que muchas otras organizaciones internacionales, aseguraron nunca más volver a permitir que un hecho de tal magnitud ocurriera en el mundo. Lamentablemente, esto no fue cierto y nuevamente las naciones volvieron a las ya famosas andadas del realismo y se olvidaron de cooperar entre sí­. Gracias a esto y a la falta de voluntad polí­tica de los lí­deres nacionales de trabajar conjuntamente con sus homogéneos en otras partes del mundo, una nueva masacre se ha desatado en ífrica. Pero esta vez ha sido en Sudán en la región de Darfur y se está llevando a cabo desde el 2003, y a pesar de que nuevamente hubieron advertencias y muchos memos previos dirigidos a los encargados de los asuntos humanitarios de las Naciones Unidas, por parte, principalmente, del Dr. Mukesh Kapila, quien fue el coordinador de las Naciones Unidas en Sudán en el 2003 y 2004, no parece aún haber manera que los paí­ses que integran las Naciones Unidas estén en la disponibilidad y voluntad polí­tica para detener esta terrible situación en Darfur, mientras que el genocidio lleva ya más de cuatro años. Nuevamente, puedo mencionar que los intereses polí­ticos y económicos de los paí­ses interfieren para que la mutua colaboración de los mismos no se lleve a cabo, y como resultado conflictos como los de Darfur no parecieran tener solución alguna.

Prueba de mi argumento, son las declaraciones que el embajador chino en las Naciones Unidas dio en el 2004 acerca del tema en Darfur cuando dijo que China no consideraba que la intervención de las Naciones Unidas fuera dar buenos resultados en Sudán. Sin embargo, a pesar de lo paradójico que parecieran estas declaraciones, las mismas comienzan a tener más sentido si tomamos en cuenta los intereses económicos que China tiene en este paí­s, puesto que Sudán es uno de los principales proveedores de petróleo para China después de que en el 2000 se empezara la exportación del mismo en este paí­s. Para China una intervención de las Naciones Unidas en Sudán, gravemente afectarí­a sus intereses y el fluido abastecimiento de petróleo para su grande y poderosa economí­a se verí­a afectado.

Para muchos de nosotros la situación en Darfur pareciera ser cuestión de poner en práctica nuestros valores morales y éticos y de colaborar los unos con los otros para encontrar una solución al problema. Sin embargo, el sistema internacional basado en el realismo no permite que estos valores interfieran en las decisiones que los lí­deres polí­ticos toman. Por lo contrario, los lí­deres dejan por un lado las cuestiones morales y éticas, para poder así­ tomar decisiones en las cuales estos aspectos humanos no interfieran y llegar (según ellos) a las mejores decisiones para que los intereses de sus paí­ses no se vean afectados. Por lo tanto, mientras que el motor que motiva a los lí­deres polí­ticos y a las naciones a interactuar entre sí­ sea el realismo, continuaremos viendo en el mundo actual muchí­simos más casos como el de Ruanda o como el de Darfur.