Cien dí­as de chapuces


No cabe duda que al creativo publicitario de la campaña actual del Gobierno, le advirtieron la necesidad de cambiar la imagen que ellos mismos forjaron durante los primeros cien dí­as de su perí­odo. Es así­, como ponerle chicle a la llanta pinchada o componer la tuberí­a de un lavamanos, no es otra cosa que «pretender taparle el ojo al macho». ¿Pero qué es lo que realmente importa, lo que el Gobierno diga o lo que piense el gobernado? No es cierto que lo de «antes» se haya mejorado substancialmente. Tampoco, se puede asegurar «ahora» que los delitos estén controlados o disminuidos o ¿es verdad que en cien dí­as todo ha mejorado? Solo así­, podrí­a sentirse satisfecho.

Francisco Cáceres Barrios

El presidente Colom tiene razón cuando dice: «que en cien dí­as no se pueden solventar los problemas históricos que arrastra el paí­s» y luego seguir diciendo: «el plan diseñado fue una estrategia de campaña en la cual se intentó condensar una serie de proyectos que a largo plazo estarán dando frutos en el ámbito de seguridad y desarrollo social». Que Dios lo oiga, ingeniero Colom, porque vaya si la población no encuentra logros por ninguna parte.

Algo más, los enfermos siguen haciendo largas colas para ser intervenidos quirúrgicamente. Por favor, ingeniero Colom, no siga dejándose llevar por lo que le cuenten. Haga las de Santo Tomás, hasta que no vea con sus propios ojos que los hospitales caminan como reloj no asegure que no hay ningún problema. Hombre, ¿a quién no le consta que el medio ambiente sigue tan contaminado como antes? Dí­gale a su chofer que cuando pase por el Centro Histórico no lo lleve a toda máquina siempre por las mismas calles, pase despacito para ver cómo sigue igual de sucio y contaminado y ¿qué decir del interior del paí­s? Otra cosa, si bien es cierto que los más pobres fueron favorecidos por una populista rebaja del precio de la energí­a eléctrica, también es verdad que los menos pobres, pero al fin pobres, ahora paguen más que antes, porque lo que dio con la mano derecha, se lo sacó con la izquierda del bolsillo de los otros.

Las metas del gobierno de Colom siguen sin ser vistas claramente. Cada dí­a que pasa, el pueblo paga más, sin ninguna «esperanza» que cambie el panorama fuera con la «canastilla familiar», combustibles, ropa, vivienda, útiles y demás requerimientos de los escolares. Tampoco es verdad que el Gobierno sea de todos. Para muestra, están pensando doblar los impuestos de circulación a los vehí­culos que están al alcance de la clase trabajadora, cuando es el único medio de transporte válido para desarrollar su capacidad productiva o ¿son confortables, seguros y eficientes los colectivos? En sus anuncios, si es que se pretende hablar con la verdad y no con las mentiras de siempre, no debiera decirse que el Gobierno ahora «trabaja para todos», porque lo único cierto es que todos seguimos trabajando para el Gobierno.¡Lo de siempre!