Alemania teme una «guerra de generaciones»


El envejecimiento de la población de Alemania, el paí­s más poblado de la Unión Europea, amenaza su futuro polí­tico y económico, hasta el punto de temer una «guerra de generaciones».


Uno de cada cinco alemanes tiene al menos 65 años. En 2030, serán uno de cada cuatro y en 2050, uno de cada tres, según las previsiones del instituto europeo Eurostat. Alemania es uno de los dos paí­ses más viejos de Europa junto a Italia.

Los economistas temen por ende por la financiación del sistema de pensiones, que ya fue reformado en 2002, y por el de la seguridad social.

La industria denuncia por su parte una falta de licenciados para reemplazar a los ingenieros que dejan el mercado laboral y el sindicato de docentes GEW «constata una carencia de profesores de ciencias».

Incluso el sector de la construcción se ha visto afectado. El ministerio de la Vivienda prevé una bajada continúa de las edificaciones a partir de 2011.

Pero la generación de la edad de oro, que está detrás de un tercio del consumo en Alemania, también representa un atractivo mercado, empezando por las agencias de viaje, que han lanzado sitios web especializados, o de los medios de comunicación, como la nueva revista Invivo dedicada a los mayores de 65 años.

Incluso la Federación de fabricantes de dos ruedas ZIV espera aumentar en un 50% sus ventas de bicicletas de motor eléctrico en 2008, destinadas a la tercera edad.

Y es que no por dejar de trabajar los mayores de 65 dejan de ser activos. Los sexagenarios se apuntan cada vez más al voluntariado en guarderí­as, escuelas o asociaciones deportivas e incluso algunos reanudan sus estudios o constituyen grupos de teatro.

También son influyentes en la polí­tica, hasta el punto de que el diputado Oswald Metzger, que acaba de abandonar los Verdes, ha advertido contra una «guerra de generaciones» si los dirigentes continúan promulgando generosidades electorales a esta población.

Las crí­ticas se iniciaron cuando la canciller Angela Merkel decidió aumentar las pensiones de los jubilados en un 1,2% en julio, un porcentaje modesto pero dos veces superior al previsto en la reforma de 2002.

«Este regalo electoral costará a corto y medio plazo mucho dinero a los jóvenes», aseguró Jens Spahn, de 27 años y diputado del partido de Merkel, la CDU.

Los mayores de 60 años tienen además una gran representación en los principales partidos polí­ticos y «un peso cada vez más desmesurado», según el ex presidente alemán Roman Herzog, de 74 años.

Voluntariado


A sus 99 años, Elli Heinrich consagra dos dí­as por semana a seleccionar los libros donados a una ONG de Berlí­n, una actividad voluntaria como la que practican más del 30% de los adultos de más de 60 años en Alemania.

Colaboradora, desde la apertura, hace 11 años, de un establecimiento de segunda mano de la organización humanitaria Oxfam, Heinrich acaba de ser distinguida por su voluntariado por la alcaldí­a de Berlí­n.

«Estoy segura de que he sido premiada porque soy un poco más vieja que los otros voluntarios», confí­a esta bisabuela afable y lúcida, algo decepcionada por haber recibido una «medalla demasiado pesada para llevarla como colgante».

Heinrich, que siempre quiso convertirse en bibliotecaria pero que no pudo acceder a la universidad como la mayorí­a de las jóvenes de su época, disfruta ahora de su revancha.

Un ejemplo que coincide con la voluntad del gobierno alemán, confrontado al envejecimiento creciente de la población, de explotar «el potencial del voluntariado».

A principios de abril, Berlí­n anunció un plan para destinar 22,5 millones de euros hasta 2011 para facilitar la implicación de las personas mayores en este tipo de actividades.

No se trata de «reemplazar al personal cualificado» sino de aportar una ayuda suplementaria en el seno de una organización, según el gobierno.

Entre 1999 y 2004, el mayor aumento en la contratación de voluntarios se registró entre la población de entre 60 y 69 años y se situó en el 37%.

«Muchos clubes para la tercera edad se verí­an obligados a cerrar, así­ como numerosas asociaciones deportivas a menudo dirigidas por seniors», analiza Ursula Lenz, portavoz de Bagso, un «lobby» de personas mayores.

Entre otras actividades, la edad de oro echa una mano a los padres divorciados o en las escuelas profesionales, apoya a los desempleados, o visita a enfermos en hospitales.

Otro fenómeno ascendiente es su «compromiso polí­tico», sobre todo a nivel local, donde la representación de seniors es cada vez más activa, según Lenz.

La mayorí­a de partidos polí­ticos alemanes tienen una oficina para las personas de la tercer edad. En la CDU, la formación conservadora de la canciller, Angela Merkel, ésta cuenta con 57 mil miembros, todos ellos voluntarios y activos durante las campañas electorales.

«Sin los voluntarios, los partidos no podrí­an existir», asegura el presidente de la oficina senior de la CDU, Otto Wulf.