Gerardi una vez más otra vez


Grecia Aguilera

En nuestras mentes, en nuestros corazones, todos los dí­as de nuestra vida y para siempre. Con motivo de la conmemoración del décimo aniversario de la muerte de monseñor Juan Gerardi, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, el Movimiento Monseñor Gerardi, la Conferencia de Religiosos de Guatemala y el Gobierno de la República, organizaron un homenaje muy especial en el Patio de la Paz del Palacio Nacional de la Cultura el pasado 22 de abril, en el que sobresalió dentro del programa de inauguración del Seminario Internacional «Construyendo la Paz desde la Verdad», la entrega de la «Orden del Quetzal» en el grado de «Gran Cruz», a monseñor Juan José Gerardi Conedera. El presidente ílvaro Colom al hacer entrega de la presea a Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, expresó que «esto se debió haber hecho inmediatamente, al instante». Pero aun después de diez años esta entrega es importante, es muy significativa y constituye un sí­mbolo para que las nuevas generaciones pongan atención y se den cuenta de la importancia esencial del trabajo de monseñor Gerardi, el motivo por el cual fue asesinado, el porqué de su lucha constante por defender los derechos humanos. La parte posterior de una hermosa tarjeta conmemorativa dice: «Monseñor Juan José Gerardi Conedera, Mártir de la Verdad y de la Paz» y cita la siguiente sentencia, parte del discurso que dictó Gerardi el dí­a de la entrega del Remhi: «Queremos contribuir a la construcción de un paí­s distinto, por eso recuperamos la memoria del pueblo. Este camino estuvo y sigue estando lleno de riesgos, pero la construcción del Reino de Dios tiene riesgos y sólo son sus constructores aquellos que tienen fuerzas para enfrentarlos». Y agrega que «nació en la Ciudad de Guatemala el 27 de diciembre de 1922. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1946, en la Catedral Metropolitana. El 9 de mayo de 1967 el Papa Pablo VI lo nombra Obispo de la Diócesis de La Verapaz, siendo consagrado en la Catedral Metropolitana de Guatemala el 30 de julio de 1967. En septiembre de 1974 fue elegido tercer Obispo de la Diócesis de Santa Cruz del Quiché. Expulsado de Guatemala en 1980, vivió casi dos años en el exilio en Costa Rica. A su retorno del exilio, en 1984, es nombrado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala por monseñor Próspero Penados del Barrio. Colaboró en la fundación y fue el primer Coordinador General de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, ODHAG, desde donde promovió el proyecto interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi) cuyo informe presentó en la Catedral Metropolitana de Guatemala el 24 de abril de 1998. Dos dí­as después entregó su vida a Dios como el buen pastor que no es menos que su maestro; y como tantos otros guatemaltecos, sufrió la muerte violenta a manos de quienes pretenden «secuestrar la verdad con su injusticia» (Rom. 1,18)». En las páginas centrales del periódico católico «La Misión» del perí­odo correspondiente del primero al quince de abril de 2008, el Hermano Marista Santiago Otero escribe: «Monseñor Gerardi luchó para arrancar las cadenas que nos atan, para quitar los nudos que silencian tantas gargantas, incapaces y hundidas en el temor. Monseñor Gerardi nos recordó que trabajar por la reconciliación es un valor grande, que buscar la verdad es un deber, que ofrecer el perdón es la condición para colocar los fundamentos de una sociedad distinta. Pero perdonar no significa renunciar a la justicia, y menos renunciar por miedo o por la insolidaridad que se experimenta en la sociedad. Monseñor Gerardi sabí­a que una sociedad para vivir, tiene que alimentarse de la justicia. Por eso es importante recordar a monseñor Gerardi, hacer memoria de su entrega, apropiarnos con coraje de sus ideales».