A la mayoría de mis contados lectores le agrada leer artículos de algún contenido humorístico el fin de semana, aunque no falta quien manifieste su malestar, como el caso de don í‰ufrates (cuyo apellido olvido en este momento), quien considera que espacios como éste no deben ser utilizados para escribir frivolidades, sino sólo para asuntos serios, solemnes, de interés nacional.
eduardo@villatoro.com
En atención a la mayoría de mis lectores, y siempre con mis cumplidas excusas a don í‰ufrates, lector de mi columna por medio de la página Web de este diario, les compartiré la sabrosa lectura de un incidente que ocurrió en cierta ciudad, que no es Guatemala, y en determinado Ministerio de Cultura, que tampoco es el del gobierno del presidente ílvaro Colom.
Ocurre -según me cuenta mi estimada amiga Raquel- que el Ministro de Cultura de un país no identificado, de una organización privada patrocinadora de actividades artísticas y culturales recibe un sobre -entre decenas de invitaciones oficiales- que contiene dos pases de cortesía para asistir a una audición de la célebre «Sinfonía Inconclusa» del maestro Franz Schubert, que ofrecería la Orquesta Sinfónica Nacional, como parte de su programa anual de conciertos.
En virtud de que el señor Ministro de Cultura ya había contraído un compromiso previo con el embajador de un país amigo y donante, le era imposible asistir a la audición sinfónica, por lo que decidió regalar los boletos a un funcionario de su cartera. Como casualmente lo visitaba en su despacho el ingeniero encargado del Departamento de Recursos Humanos, decidió que era oportuno regalarle los pases.
Transcurrió una semana y al día siguiente de la función a la que había sido invitado, el señor Ministro llamó telefónicamente a su amigo y subalterno a cargo de los Recursos Humanos, para preguntarle si le había gustado la música de Schubert. El ingeniero López le respondió que en vez de comentarle sus impresiones por teléfono, preferiría enviarle un memorando al respecto.
Esa misma tarde el Ministro de Cultura recibió el memo del Jefe de Recursos Humanos, cuya referencia señalaba: «Análisis técnico de una Sinfonía inacabada o inconclusa», para luego extenderse en argumentaciones, que yo resumiré:
Después de agradecerle su obsequio de las entradas para el concierto de Schubert, al cual asistí acompañado de mi esposa, en razón del cargo con que se me honra en este Gobierno, me veo en la obligación de hacerle mención de algunos problemas percibidos.
1º. Durante largos períodos, los oboes no tenían nada qué hacer. Creo que debería reducirse el número de ellos y repartir el trabajo entre el resto de la orquesta, evitando así los frecuentes momentos de inactividad, y en aras del programa de austeridad ordenado por el señor Presidente de la República.
2º. Observé, además, que los doce violines ejecutaban las mismas notas. En mi concepto, esto es una duplicación innecesaria, por lo que el personal de esa sección debería ser drásticamente reducido. Si lo que se quiere es un mayor volumen de sonido, es mejor utilizar un buen sistema de amplificación.
3º. Se hizo mucho esfuerzo en la ejecución de las semifusas. Según mi criterio, es un refinamiento innecesario. Recomiendo redondear todas las notas a la semicorchea más cercana, para reemplazar los músicos expertos, por músicos principiantes, que cobran más barato.
4º. Me parece inútil la repetición, con instrumentos de viento, de los pasajes que tocaron los músicos de cuerdas. Si se eliminan esos pasajes redundantes, el concierto podría reducirse de dos horas a 25 minutos, con los mismos resultados. Encuentro inútil, asimismo, la presencia física del ejecutante del timbal, que trabaja poco y podría ser reemplazado por un oboísta en los tiempos que permanece inactivo.
5º. En vista de que cada músico tiene su partitura al frente, estimo que el papel del Director es inoficioso, puesto que su trabajo no añade valor a la orquesta, y ni siquiera la batuta que usa produce algún sonido.
Según este análisis, puedo afirmarle que si el compositor Franz Schubert hubiera estado al tanto de las ideas contemporáneas sobre Recursos Humanos, definitivamente habría podido concluir su sinfonía y ser más eficiente en el uso de la orquesta y el tiempo. Atentamente, Ing. Romualdo López.