La estabilidad económica y la debilidad de los opositores son la clave del triunfo arrasador de la presidenta Cristina Fernández en las primarias abiertas, en las que se erigió en la favorita para ser reelegida en primera vuelta en las elecciones generales del 23 de octubre.
BUENOS AIRES / Agencia AP
Los argentinos dieron su espaldarazo a la gestión económica de la mandataria, del peronista Frente para la Victoria, que en las primarias obligatorias y abiertas con el 97% de los votos escrutados, obtuvo 50% de los sufragios, dejando muy atrás a sus contrincantes. Ninguno de ellos alcanzó 15%. Fernández logró así un apoyo superior al que cosechó en 2007, cuando fue elegida presidente con 45,3% de los votos.
Ricardo Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, y el ex presidente Eduardo Duhalde, del Frente Popular –del peronismo disidente–, quedaron en un segundo lugar con 12,1% cada uno. En tanto el socialista gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, obtuvo un 10,3%.
La victoria de Fernández también muestra que aunque puede haber argentinos que no se identifican con el gobierno, «prefieren a Cristina ya que no encuentran otro dirigente con un proyecto de gestión alternativo», dijo a AP Roberto Bacman, director del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP).
El lunes la presidenta hizo una lectura sobre su victoria parecida a la que hicieron los analistas. Dijo que hubo «un reconocimiento» a su gestión.
«Yo me he roto el alma en estos cuatro años… la gente valora la capacidad de respuesta de los dirigentes ante los problemas, ante la crisis», dijo Fernández en una rueda de prensa.
La mandataria consideró que en Argentina se implementan medidas acertadas desde 2003, cuando asumió la presidencia su fallecido marido y antecesor, Néstor Kirchner, quien gobernó hasta 2007. Durante los ocho años de mandato de los Kirchner la economía mantuvo un crecimiento promedio del 8% anual.
Las primarias fueron convocadas para que Fernández y otros nueve pre-candidatos presidenciales quedaran habilitados para competir en las elecciones de octubre. Tres de ellos no consiguieron el 1,5% de los votos necesarios para poder presentarse en esos comicios.
Como antes de las primarias cada partido político ya había proclamado una única fórmula presidencial, los comicios del domingo sirvieron como una gran encuesta para medir la popularidad de la presidenta y sus posibilidades de ser elegida en una primera vuelta electoral en octubre, lo que a la vista de los resultados obtenidos tendría asegurado.
Para ganar en esa instancia un candidato debe obtener al menos 45% de los votos o 40% y una diferencia de al menos 10 puntos sobre el segundo más votado.
«Distintos indicadores muestran que los votantes están bastante contentos con el ‘status quo’ y que hay poca demanda para que haya un cambio», dijo Daniel Kerner, analista del Grupo Eurasia de Nueva York. Ningún candidato de la oposición va a surgir «como un competidor serio» de cara a las presidenciales, agregó.
Bacman indicó que el apoyo a Fernández también se fundamentó en que su gobierno supo cómo sortear la crisis financiera de 2008 y 2009. «Ahora hay una situación económica controlada, la gente está contenida, puede consumir», dijo el analista.
Con su voto, el electorado también ha respaldado medidas de la presidenta muy cuestionadas por la oposición, como el pago de la deuda con reservas internacionales del Banco Central, señaló Bacman.
La inflación y la inseguridad, reconocidas como grandes preocupaciones por los argentinos, no pesaron en el ánimo a la hora de emitir el voto.
Analistas consideraron improbable que los opositores puedan rearmarse electoralmente para el 23 de octubre. Dicen que es difícil que Duhalde o Alfonsín acepten la posibilidad de renunciar a presentarse en las generales para brindar su apoyo al otro, entre otras razones porque los votantes de ambos no son afines. Además, por ley ya no es posible crear alianzas electorales para competir en las presidenciales.
Existe la «percepción» en la sociedad de que «la elección presidencial ya ha sido definida», dijo Kerner. Esto significa que a no ser que se deterioren las condiciones económicas y sociales en el tiempo que resta hasta el 23 de octubre, Fernández es «claramente» favorita.
La presidenta defiende su modelo que considera de inclusión social y que sin embargo, según sus críticos, se basa en una economía subsidiada y en el gasto excesivo.
Fernández dijo en la rueda de prensa que el mundo desarrollado está mirando a Argentina porque la crisis que lo sacude «se parece mucho a la Argentina en 2001».
En ese sentido anunció que coordinará con Brasil una postura conjunta sobre la situación actual para exponerla en la reunión del G-20 de países desarrollados y emergentes que tendrá lugar en noviembre en Cannes, Francia.
Fernández señaló que en el exterior se menciona como solución «la reestructuración de la deuda con una quita importante (de capital), porque los acreedores se van a tener que hacer cargo de esta situación, junto con los deudores, como fue el caso argentino», cuando se realizaron sendos canjes de deuda en 2005 y 2010.
También indicó que este año «el gobierno va a terminar de cancelar obligaciones con reservas del Banco Central» una práctica que «ha permitido tener una solvencia muy importante para destinar recursos que se veían afectados al pago de la deuda, a la economía real».
Además instó a que el Congreso acelere el tratamiento de un proyecto de ley oficialista que limita la tenencia de tierras en manos extranjeras. En ese sentido, afirmó que «la tierra es un recurso estratégico y no renovable».