La recesión estadounidense sí­ nos impactará


La banca central de las siete economí­as más fuertes del planeta está emprendiendo acciones que tienden a paliar la recesión estadounidense. Se estima en una primera aproximación, un déficit por el orden de los 200 mil millones de dólares a escala mundial. El mercado inmobiliario y su soporte en el crediticio, en el contexto de las denominadas hipotecas de alto riesgo, son la fuente que origina el descalabro de la economí­a más poderosa.

Walter del Cid

Las remesas se caerán. El precio del dólar baja y el del petróleo sube. Indudablemente que para nuestro pueblo hay todo un caldo de cultivo para anticipar depreciación del salario, disminución de la capacidad de compra y mayor empobrecimiento. Todo en el corto plazo. Y aquí­ nos enfrascamos en si los cien dí­as estaban próximos a un cien o si era cuarenta o sesenta o cualquier otra cifra.

El caso es que aunque el volumen de las exportaciones aumente, en tanto el dólar se mantenga con tendencia a la baja, los ingresos de divisas disminuirán. La banca central guatemalteca no podrá estar deteniendo esta caí­da por tiempo indefinido. Nuestra dependencia energética, tanto de combustibles como en la generación de electricidad se acentúa y esto fomentará mayor empobrecimiento, pues aumentarán los costes de producción al mantenerse al alza el precio del petróleo. El volumen de las remesas también mermará y esto traerá múltiples consecuencias negativas. Es decir, sin rodeos, la recesión sí­ nos impactará.

Una fórmula aplicada por aquella otra banca central, la de los paí­ses poderosos, está consistiendo en la habilitación de nuevos créditos sobre la base de bonos a plazos de 6, 10 y 12 años. Estos créditos cuyo destino especí­fico es la de atenuar el golpe producido por las hipotecas de alto riesgo del mercado inmobiliario. También están urgiendo mayores fiscalizaciones al desenvolvimiento de esta actividad.

Guatemala se ha caracterizado en los últimos 50 años por desenvolverse en un ambiente de bajo endeudamiento externo. Nuestro paí­s por lo tanto está en condiciones propicias para contraer una deuda que pueda orientarse a básicamente tres ejes: incentivo de pequeñas y medianas empresas; promoción de una cultura de servicios (con la infraestructura necesaria) y atención precisa para el combate a la inseguridad y criminalidad creciente.

La volatilidad de la economí­a estadounidense puede derivar en una crisis aún mayor. No es que queramos ser pesimistas en extremo, pero una máxima de la gestión exitosa dicta que si somos capaces de enfrentar un escenario negativo y este no se manifiesta tan severo, cualquier otro resultado desde su inicio es ya una ganancia.

Si se continúa dando rodeos a la problemática económica. Si no encaramos el desafí­o en su justa dimensión. Seguramente más pronto de lo imaginable tendremos múltiples manifestaciones de ingobernabilidad. Los pobres, que son cada vez más guatemaltecos, ellos se alzarán en un razonable descontento que dejará de ser silencioso para tornarse doloroso. La productividad podrí­a disminuir y entonces caerí­amos en un tenebroso cí­rculo vicioso. Pues aumentarán nuestros problemas.

Allá están apostando por un Estado que entra al rescate de la población de su respectiva sociedad, dado el descalabro provocado por la voracidad y engaños del mercado. Es tiempo de revisar los principios que nos rigen. ¿O no?