El único error


Esta mañana el Presidente de la República fue entrevistado en Emisoras Unidas y como resultado de que el mandatario expuso todos los aciertos de su régimen, le dijeron que no reconocí­a ningún error y que si debiera definir uno, cuál dirí­a él que es el más importante en estos cien dí­as. El Presidente se tomó su tiempo y tras algunos segundos de silencio y reflexión, dijo que posiblemente su error estaba en las fallas de comunicación, es decir, que para él lo único malo de su gestión es no haber sabido explicar que no han cometido nada malo.


Reconocemos que este gobierno, como todos, han tenido logros y también han cometido errores, pero también vemos en el mandatario la tradicional actitud de negarse a aceptar que algo ha sido hecho mal, que alguna de sus acciones pueda ser perjudicial para la población y que amerita revisión. En términos generales, la entrevista presidencial fue una reiteración de la satisfacción del mandatario por lo que ha hecho y de lo poco que le importa la crí­tica que proviene de los sectores de la prensa.

Cierto es que el simple hecho de que el Presidente diga que dirige un gobierno socialdemócrata, aunque ello pueda ser tan discutido en el fondo, genera reacciones adversas y que los sectores poderosos del paí­s sienten que es una especie de afrenta ese estribillo de que se trabaja para los pobres y que les tiene sin cuidado lo que digan los demás. El ingeniero Colom ha dicho que le preocupará cuando los pobres le critiquen, pero que mientras tanto no pondrá atención a lo que se le diga.

Pero quiera o no el mandatario, la realidad es que los medios influyen y que un gobierno que es objeto de crí­tica constante al final para perdiendo sustento y capacidad de maniobra, puesto que se ve muy condicionado por la influencia de los poderosos sectores que están acostumbrados a ejercer un gran poder en el paí­s.

En un paí­s como el nuestro, quien quiera hacer cambios de fondo, quien desee corregir realmente y en la práctica los desequilibrios que hay no sólo en el plano económico sino polí­tico, tiene que vestirse de primera comunión porque cualquier error, cualquier desmán, será pretexto para destruirlo. Mientras más profundo es el esfuerzo por cambiar una estructura tan arraigada como la nuestra, mayores serán las reacciones en contra. Si se detecta que hay más demagogia que verdadero esfuerzo por cambiar, poco a poco empezará a surgir la tolerancia y se volverá al viejo «costumbro» de hacer negocios juntos.

Creer que el único error del Gobierno es no haber sabido comunicar a la gente lo maravilloso que han hecho es un error mucho más grave porque significa que hay demasiada arrogancia y pérdida de perspectiva. Hay problemas, hay campos en los que no se ha logrado avanzar y eso tiene que ser aceptado sin tapujos porque sólo reconociendo las deficiencias pueden ser superadas.