Ramiro, Portillo, Arzú y Berger, todos con su propio y peculiar estilo, dieron de qué hablar a propósito de su relación con la Prensa. Al inicio, todos lucían sus buenos propósitos para entablar un ambiente de confianza y de ese modo lograr que los cazanoticias tuvieran razones para informar lo «bueno» que harían para el país.
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Siempre habrán, por la configuración de la estructura económica de cada medio, aquellos que se acomoden a su propio estilo, hacer las coberturas y dar su toque personal a cada noticia que lleven los reporteros. Todo dependerá también, del grupo y los vínculos que tienen con los brazos dominantes en los escritorios de las redacciones.
La luna de miel inicial, puede llegar a hasta un año, o los cuatro años completos, como se presume sucedió con Berger. Pero, según las declaraciones recientes del vicegobernante Rafael Espada, ese compás de beneficio de la duda ya se venció con ellos. Tanto así, que se ha mostrado un tanto incómodo por las publicaciones recientes respecto a las acciones que se han tomado.
El recuento de daños que seguramente se le hará a propósito del vencimiento del Plan de los Cien Días, no será bien visto por el Gobierno.
No es cuestionable que cada quien vea el bien de su imagen, y que procure mantenerla a toda costa. Ese fenómeno se extiende más en los funcionarios públicos. A nadie le gusta ver su fotografía calzando un informe negativo al respecto de su labor. Y si hay un balance más o menos positivo con nociones propositivas, no alcanza. Nunca alcanza.
Si se dice por ejemplo, que el Pacto Colectivo con el Magisterio es un buen paso, no es suficiente, ellos quisieran que se diga que es «histórico». O sí, lo de los beneficios médicos para los maestros es beneficioso, ellos quisieran que se diga que es «inédito». Nunca es suficiente.
Si hay algo que olvidó Espada es que el compromiso de los medios de comunicación no es hacia la fuente, sino hacia el lector. Si lo vemos por ejemplo, del lado comercial, es un compromiso con quien patrocina tal o cual espacio y quien lo leerá. Sumado a ello, la función social obliga a encaminarse hacia generar la opinión a quien paga por leer este u otro papel periódico.
Por tal razón, no se trata únicamente de ser una caja de resonancia de las giras por el interior o de las donaciones recibidas, sino un mero trabajo de fiscalización.
Es bueno, que por aquello de los temblores, Espada busque un acercamiento con editorialistas y columnistas para establecer un mutuo acuerdo y no despertar algún enfrentamiento innecesario.
Es bueno que por aquello de los temblores, ellos también se fijen un propósito de ser más flexibles en brindar información y quitar todas esas trabas burocráticas a lo «envíe-sus-preguntas-por-escrito» o impedir que sus guardaespaldas agredan a los periodistas durante las declaraciones ambulantes.