A costillas de toda la población


Por enésima vez es preciso abordar el tema de la intervención que hace el Banco de Guatemala para distorsionar el mercado de divisas y apuntalar un valor artificialmente alto del dólar norteamericano con la intención de favorecer al puñado de guatemaltecos que se dedican a la exportación, en perjuicio del resto de la población nacional que tiene que aceptar mayor impacto de la inflación importada como resultado de esa insensata y hasta inmoral postura de la banca central.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

En efecto, si reconocemos que la crisis actual es importada y que poco se puede hacer para paliarla, las autoridades debieran entender que una depreciación del dólar ayuda a todo el paí­s porque de alguna manera reduce el impacto del aumento de los precios de los productos importados, entre ellos el petróleo y los granos básicos. El Presidente de la República pide que se haga ver a la población que esta crisis económica no tiene causas internas sino que es resultado del desorden económico mundial provocado, entre otras causas, por el deterioro del dólar mundialmente, lo que ha significado un encarecimiento de artí­culos como los derivados del petróleo porque los productores, ante esa devaluación de la principal moneda mundial, han incrementado los precios para compensar la pérdida monetaria.

Pero si le hacemos ver a la población que la inflación es importada, la primera pregunta que cualquier persona sensata se tiene que formular es por qué nuestras autoridades salen al mercado de divisas a gastar dinero de los guatemaltecos para mantener alto el valor del dólar si la revaluación del quetzal es uno de los pocos elementos que pueden ayudarnos para reducir el impacto de la inflación importada. Bastan dos dedos de frente para entender que un quetzal revaluado nos ayuda mucho para bajar el monto de la factura petrolera y para bajar el valor de las importaciones de granos básicos que necesitamos para evitar la hambruna en el paí­s.

Pero el Banco de Guatemala antepone el interés de los exportadores que el del resto de los guatemaltecos y por ello apuntala el dólar y evita su depreciación, lo que va contra las leyes de mercado que tanto pregonan los economistas actualmente. En el caso de los beneficiarios de las remesas familiares, cierto es que una devaluación del dólar les hará percibir menos quetzales pero ello se compensa adecuadamente si nuestras importaciones también resultan siendo menos caras, por lo que nadie puede pensar que la intromisión en el mercado de divisas sea para proteger a los familiares de los migrantes, ya que sabemos perfectamente que esa polí­tica obedece a las presiones que ejerce en la Junta Monetaria el sector exportador.

Y la pregunta entonces es si la autonomí­a de la autoridad monetaria es para que se paseen en los guatemaltecos a su sabor y antojo, actuando de manera que despierta la idea de que el tráfico de influencias es de tal magnitud que no importa hacerle daño a todo el paí­s, con tal de quedar bien con ese puñado de exportadores.

El Gobierno tiene que entender que apuntalar el dólar es contrario a la corriente económica mundial porque el dólar se está haciendo pedazos frente a todas las monedas del mundo y no es sensato amarrar a nuestro quetzal a esa divisa para que nos derrumbemos juntos. Si el mercado hace que se devalúe el quetzal, como de hecho está ocurriendo en forma natural, las autoridades debieran dejar que funcione el orden establecido sin intromisiones que huelen verdaderamente mal.