Llueven las crí­ticas sobre la polí­tica de EE.UU.


Una mujer iraquí­ camina en medio de una tormenta de arena. En el foro de Parí­s, se criticó a Estados Unidos por no apoyar las polí­ticas en contra del cambio climático.

Las propuestas de Estados Unidos para combatir el cambio climático concentraron las crí­ticas hoy al iniciarse en Parí­s dos dí­as de debates de las mayores economí­as y principales paí­ses contaminantes.


Ayer en la noche, el presidente norteamericano George W. Bush anunció un tope en las emisiones de gas con efecto invernadero de su paí­s (GEI) para 2025, mientras que la Unión Europea, que se fijó como objetivo una reducción de al menos un 20% o incluso un 30% para 2020, apunta a un 50% para 2050.

Para los participantes de la tercera edición de los «MEM» (Major Economies Meeting) – los ocho industrializados del G8, las grandes economí­as emergentes como China e India y la Unión Europea – estas declaraciones son consideradas como «un paso atrás» con respecto a los compromisos adoptados en diciembre en Bali, durante la conferencia de la ONU sobre el clima.

El jefe de la lucha contra el cambio climático en la ONU, Yvo de Boer, prefirió felicitarse diplomáticamente ante lo que consideró una «oferta» ante la cumbre del G8″ en julio en Japón y poder «compararla con las proposiciones europeas».

Por el contrario, rechazó estimar en este momento en qué nivel de decisión estarí­a Estados Unidos de aquí­ a 2025, que se encontraba un 16% por encima del nivel en 1990.

Al inaugurar la reunión, el ministro francés para los Asuntos Europeos Jean-Pierre Jouyet que preside las sesiones, insistió sobre la necesidad de un «objetivo de reducción de las emisiones de gas con efecto invernadero».

Si bien los debates se desarrollan a puertas cerradas, varios participantes informaron sobre una reacción airada del comisario europeo para el medioambiente Stavros Dimas, para quien la posición estadounidense es «decepcionante» y «no ayuda a avanzar», mientras que la comunidad internacional debe apurarse ahora para concluir un acuerdo para 2090.

Según las fuentes, Dimas también lamentó que Washington anule «los lí­mites entre paí­ses industrializados y paí­ses en desarrollo», mientras que el objetivo del MEM es precisamente abrir las lí­neas de diálogo flexible e informal con los grandes emergentes, para convencerlos de integrar un acuerdo global con compromisos precisos.

La primera reacción provino del ministro sudafricano del Medioambiente Marthinus van Schalkwyk, que consideró la proposición «decepcionante», estimando que la «administración estadounidense está aislada (…) frente a la inmensa mayorí­a del resto del mundo».

Por su parte, James Connaughton, principal negociador estadounidense sobre el clima, alegó en favor del «realismo».

«Todo el mundo es partidario de objetivos realistas en los planes de acción nacional, reflejados en un acuerdo internacional», declaró.

«Mientras más nos concentramos en objetivos económicos realistas, más éxito tendremos», dijo, subrayando que su paí­s ya se asignó «objetivos coercitivos ambiciosos» en términos de eficacia energética, de parte de los renovables y sobre todo agro-carburantes para el transporte.

También reafirmó que su paí­s está dispuesto a unirse a un acuerdo internacional obligatorio, sólo si las principales economí­as hacen otro tanto.

Una declaración destinada sobre todo a China, que recientemente habrí­a superado a Estados Unidos en volumen de emisiones contaminantes, y a la India. Esos dos paí­ses no dudan en recordar, cada vez que la ocasión se presenta, a los paí­ses occidentales su «responsabilidad histórica» en el descalabro climático.