Cuando hablo de que debemos proveer a los niños un programa escolar de «balance», significa que tenemos que atender al ser humano como un todo; lo he dicho por años, hasta la saciedad, las tres C»s: Cabeza, corazón y cuerpo. Desde los grados escolares más bajos hasta los más altos en secundaria, deben recibir una educación que permita al ser humano crecer en esas tres áreas. Sin embargo, en la mayor parte del mundo, hoy día, no es así. El énfasis simplemente está en la parte intelectual (cabeza), olvidándose de las otras dos (corazón y cuerpo). En Estados Unidos, por el «famoso» programa «No child left behind» (Que ningún niño se quede atrás) el énfasis está en ganar exámenes estandarizados para comprobar el AYP (Annual Yearly Progress) y asegurar así, que el distrito escolar y la escuela individual son aptos para recibir dinero estatal y federal; esto, a costa de disminuir las clases de música, arte, educación física y sobre todo, la clase que yo llamo «Formación personal».
Los exámenes ejercen mucha presión a los alumnos y a los maestros para que los ganen. Los segundos, tienen que «demostrar» por medio de esos exámenes que sus alumnos han aprendido suficiente para ganarlos. Eso «comprueba» que el maestro es «bueno» y ha hecho un «buen» trabajo, por lo tanto, hasta en algunos distritos escolares se paga una bonificación monetaria por haber logrado que sus alumnos contesten bien las preguntas con respuesta única, sobre datos e información sin contexto alguno.
La PRESIí“N de los padres de familia hacia sus hijos para que sean los mejores de su clase, con calificaciones A (arriba de 93), con miras a ser aceptados en una universidad de prestigio, siempre y cuando ganen los SAT o ACT, ambos exámenes estandarizados donde hay que contestar con respuesta única, causan tensión, presión y alteraciones en la dieta alimenticia y en los hábitos de sueño, provocando úlceras y la posibilidad de sufrir también, trastornos emocionales y psicológicos. Es por estas causas que el joven pierde su «balance» interno.
Desde los primeros días de febrero hemos escuchado y leído acerca de los diferentes casos de muertes causadas por escolares, universitarios y por adultos, a nivel mundial, en acciones cometidas a todas luces por un «desbalance» en la formación de estas personas. El 7 de febrero, un hombre mató a 5 personas en un suburbio de San Luis Missouri, porque perdió una demanda judicial. El Día de San Valentín, un estudiante en el campus de la Universidad de Northen Illinois, mató a 5 e hirió a 22. ¿No les parece que su acción fue fuera de «balance»? En el Instituto Técnico de Louisiana, en Baton Rouge, una estudiante mató a 2 y luego se suicidó. En una escuela en Portsmouth, Ohio, un estudiante apuñaló a una persona y baleó a una mujer. En Memphis, Tennessee, un muchacho hirió a dos personas en una escuela y luego dio la pistola al maestro de educación física. Una psicóloga fue golpeada hasta morir en Manhattan, New York, con un mazo para carne. En Los íngeles, California, cinco personas murieron en un tiroteo. En el sur de Italia, un hombre entró a una guardería y secuestró a la maestra y a los niños. Una estudiante universitaria en Reno, Nevada, fue asesinada luego de ser violada sexualmente. Los dos casos más recientes que he escuchado al escribir este artículo, son sobre una estudiante de la Universidad de North Carolina y otra estudiante de la Universidad de Auburn, Alabama. Nadie sabe el porqué atrás de esos asesinatos y violaciones.
Ante este panorama aterrador ( y valdría la pena investigar casos similares en Guatemala), lo único que puedo pensar es que estos hechos los cometieron personas fuera de «balance». Las presiones del mundo globalizado son realmente dañinas a la persona si no sabe manejarlas en relación a su propio ser.
El deber de las escuelas en los años de formación del ser humano, es NO sobre enfatizar la preparación de una mentalidad únicamente competitiva, sino, ofrecer un programa educativo que prepare a los niños y a los adolescentes para llegar a ser jóvenes adultos BALANCEADOS, fuertes psicológica, emocional, académica y físicamente.