Cuestiones lógicas ante la crisis


Se plantea como una cuestión de la lógica más absoluta que no puede haber una disposición oficial que regule los precios de bienes y servicios porque ese modelo ha demostrado que al final de cuentas produce escasez que afecta a la población. Pero dentro de los elementos de la lógica más elemental, tiene que asumirse que cuando el hambre aprieta porque todo sube de precio, es imperativo tomar medidas y que si no se puede contener el alza de precios, tampoco se puede evitar la presión para incrementos salariales porque, al fin y al cabo, es de elemental sentido común que ello se convierte en el único recurso del trabajador para compensar la pérdida de poder adquisitivo.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Dentro de las cuestiones que el Gobierno analiza para paliar de alguna manera la crisis, poco o nada se ha dicho de la polí­tica salarial, sobre todo si tomamos en cuenta que el mismo salario mí­nimo permaneció sin movimiento durante prácticamente todo el gobierno anterior y que el ajuste que se hizo al final del régimen, ha sido absolutamente rebasado por los í­ndices de inflación que se han disparado para llegar a 9.1 por ciento y con tendencia a que lleguemos a los dos dí­gitos en corto plazo.

Y uno esperarí­a que con la misma contundencia que se esgrime el elemento lógico en contra de polí­ticas económicas que se orienten a la implementación de precios tope, los expertos también hablen sobre el tema de los ajustes salariales como acción impostergable si es que pretendemos mantener la paz social. Porque es un hecho indiscutible que los precios de los productos han subido y seguirán subiendo sin que nuestras autoridades puedan hacer nada porque se trata de factores externos respecto a los que no tenemos ningún control y siendo así­ la realidad, no queda otro remedio que el de actuar por la ví­a de los ingresos del trabajador.

Claro está que el aumento de sueldos tiene también un efecto inflacionario porque aumenta el circulante y porque las empresas ajustan los precios de sus productos para financiar el incremento salarial. Pero con todo y esas consideraciones, no puede nadie con dos dedos de frente y con mí­nimo sentido de responsabilidad social, pasar por alto que si todo sube, que si los precios se disparan por efecto de la carestí­a local que tiene raí­ces variadas y profundas, también los sueldos tienen que adecuarse en proporción para que la gente no vea disminuida su calidad de vida.

En el Congreso de la República se planteó ayer la posibilidad de duplicar la bonificación que actualmente se aplica a los trabajadores, lo cual significarí­a un ingreso adicional de 250 quetzales para cada trabajador con relación de dependencia. Y creo que con el correr de los dí­as iremos viendo nuevos planteamientos que apuntarán a corregir el desajuste salarial que ha generado el í­ndice inflacionario actual, porque es natural que cuando se pierde poder adquisitivo se busque corregir el fenómeno por la ví­a de los incrementos de salario.

Será bueno que el Gobierno ponga ya sus barbas en remojo porque en la medida en que se prolongue y agudice la crisis por el alza del petróleo y de los granos básicos, con el importante efecto que ello tiene en todos los órdenes de la economí­a nacional y mundial, iremos viendo que la presión para demandar mejoras en los salarios irá en incremento. Así­ como no podemos detener el alza de precios por la inflación importada, tampoco podremos aferrarnos a mantener estáticos los salarios. Pura y simple cuestión de lógica.