Bajo gobierno de Fidel antes o Raúl Castro ahora, con cambios a la vista o no, son cada vez más los cubanos que optan por emigrar, legal o ilegalmente, y en primer lugar hacia Estados Unidos, el enemigo jurado del gobierno de La Habana.
El 2008 se anuncia como un año récord para el número de salidas: sólo en el primer semestre del año fiscal norteamericano que comienza el 1 de octubre, fueron cerca de 3 mil -21% más que en 2007- los cubanos que intentaron cruzar el Estrecho de Florida, según cifras reveladas el jueves por la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA) en La Habana.
A esos emigrantes ilegales, habría que sumar los 20 mil visados que otorga anualmente la SINA a los candidatos a emigrar, en virtud de los acuerdos migratorios firmados por Cuba y Estados Unidos en 1994 y 1995, y una decena de miles que se presentan sin visado a las autoridades estadounidenses en la frontera mexicana.
En total, en 2008 las autoridades norteamericanas estiman que serán aproximadamente 35 mil los cubanos que viajarán a Estados Unidos, a los cuales se añaden los que eligen Europa o América Latina, en cifras muy inferiores y no disponibles.
Lejos de bajar el ritmo a lo que con frecuencia se describe como un «éxodo silencioso», los cambios ocurridos en la isla tras el traspaso del poder de Fidel Castro a su hermano Raúl y algunas medidas adoptadas en favor del consumo, coincidieron con una aceleración de las salidas.
Favorecidas por las condiciones climáticas, las salidas ilegales por mar se duplicaron entre febrero y marzo, pasando de 219 a 412, según las cifras oficiales norteamericanas.
Ampliamente indiferente o escéptica respecto a las perspectivas de evolución política y económica en Cuba, una buena parte de la población joven de la isla solo aspira a probar suerte en el extranjero.
La mayoría de los cubanos interceptados en el Estrecho de Florida por los guardacostas estadounidenses tienen entre 18 a 35 años, según las estadísticas de la SINA.
La ley norteamericana garantiza un recibimiento especial a los cubanos que logran llegar por cualquier vía a tierra firme en Estados Unidos, ofreciéndoles residencia y permisos de trabajo.
Cuba acusa Washington de favorecer así la emigración ilegal y el tráfico de personas en la zona.
De hecho, un 70% de los cubanos que hicieron la travesía de 150 km los últimos meses, lo hizo a bordo de lanchas rápidas que operan redes clandestinas de traficantes de personas con base en Miami, indicó el SINA.
Por ese servicio algunos cubanos llegan a pagar entre 8 y 10.000 dólares.
Estas lanchas atracan a menudo en pleno día en discretos sitios de las costas de Cuba donde las esperan los candidatos, fundamentalmente en la Isla de Juventud (suroeste), según testimonios recogidos.
Por otro lado, mediante un nuevo programa de «reunificación familiar», las autoridades norteamericanas están acelerando considerablemente la entrega de visados a los cubanos que deseen reencontrarse con sus parientes en Estados Unidos. Los plazos del trámite, que eran de entre 7 y 10 años, se redujeron a algunas semanas.
Pesea a las restricciones a los viajes a Cuba, aprobadas por el actual gobierno estadounidense, los vínculos familiares a ambos lados del Estrecho son múltiples y antiguos. En Estados Unidos viven cerca de 1,5 millones de cubanos y descendientes de cubanos.
Muchos de ellos mantienen a sus familiares en Cuba enviándoles dinero, las esperadas «remesas», que representan unos mil millones de dólares anuales en ingresos a la isla.
El fenómeno tomó un cariz dramático con los éxodos masivos de 1980, cuando 125.000 cubanos llegaron a Estados Unidos desde el puerto del Mariel (este de La Habana), y en el verano de 1994, cuando, en el peor momento de la crisis económica, 37.000 «balseros» pusieron proa hacia las costas de Florida.