El Gobierno está buscando fórmulas que permitan compensar el impacto que está teniendo la inflación importada en la economía nacional y se consideran acciones que van desde un improbable paquete de precios tope, vetado de manera inobjetable por el empresariado guatemalteco, hasta el subsidio de algunos productos y la libre importación de otros. Pero mientras eso ocurre, el Banco de Guatemala decide impedir que el guatemalteco pueda percibir algún beneficio gracias a la apreciación de nuestra moneda y sale apresuradamente a comprar divisas para inflar artificialmente el precio.
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En otras palabras, el cacareado mercado que en teoría debe ser el único elemento para establecer el precio real de las cosas, incluyendo las divisas por supuesto, vale madre cuando se trata de atender las presiones del sector agroexportador del país que siente que está perdiendo utilidades como consecuencia de la baja en el valor del dólar en nuestro mercado. Ni siquiera se reacciona a presiones de los que reciben las millonarias remesas que son el alma de la economía nacional en nuestros días, sino a la presión de quienes tienen derecho de picaporte para llegar a las altas jerarquías de la banca central para pedir su intervención para alterar el mercado mediante la masiva compra de dólares.
Si el dólar se devalúa, nuestras importaciones son más baratas y siendo que la inflación que sufrimos es importada, cada punto porcentual de devaluación del dólar frente al quetzal es un punto porcentual menos en la inflación que estamos importando por la vía de los combustibles y los granos básicos, fundamentalmente. Por ello es que existe una discrepancia marcada entre la expresión oficial de que se buscan paliativos para contener el impacto de la crisis económica mundial, cuando internamente la mejor defensa está cabalmente en esa natural y espontánea revaluación de nuestra moneda, Nadie estaba forzando a la baja del dólar, sino que la misma era consecuencia de un fenómeno económico indiscutible derivado de la abundancia de dólares en nuestro mercado en comparación con la demanda de los mismos. Y como no había demanda suficiente para mantener el precio al gusto de los exportadores, entonces el Banco de Guatemala artificialmente la genera comprando dólares y de esa cuenta cumple con un pequeño sector del país, en perjuicio del resto de la población que podría compensar de alguna manera las alzas con la debilidad monetaria del signo norteamericano que, dicho sea de paso, ha arrastrado a nuestro Quetzal a una baja más importante sin que por ello los exportadores digan que debiéramos amarrarnos a otro patrón para la cotización de nuestra moneda.
Porque lo que debiera preocupar a los exportadores es que todas sus exportaciones se hacen en dólares y el dólar anda de capa caída y lo estará más en la medida en que se mantenga el creciente déficit fiscal agravado por cuestiones como la guerra en Irak que es una sangría tremenda para las finanzas de Estados Unidos.
Creo que la autonomía de la autoridad monetaria no puede pasar sobre los intereses nacionales y cuando todo el país anda viendo cómo se defiende de la inflación importada, es absurdo que el Banco de Guatemala disponga elevar artificialmente el valor del dólar, tan sólo por satisfacer intereses de un pequeño sector de la población.