Poco meditada tiene que haber sido la decisión del Gobierno de anunciar con bombos y platillos las medidas económicas que se estaban considerando sin haberle pedido previamente permiso a la cúpula del sector empresarial, puesto que bastó una reunión con ellos para dejar en suspenso el paquete hasta nueva orden. Y eso que los dirigentes del CACIF dijeron que del tema ni siquiera habían hablado durante las cuatro horas que duró su reunión con el Presidente de la República.
Obviamente un paquete de medidas económicas tiene que ser objeto de consenso y acuerdos con los distintos sectores y es natural que el empresariado sea determinante. Pero también lo tienen que ser los cooperativistas, los trabajadores organizados y otras expresiones de la sociedad civil que también debieron haber sido consultadas con el mismo interés y las mismas atenciones ofrecidas a la cúpula de los empresarios. Es más, si el Gobierno hubiera logrado algunos acuerdos previos con estos sectores, posiblemente su postura hubiera sido diferente a la hora de negociar con el gran poder.
Seguimos pensando que el gran problema en esta crisis económica es no hacer absolutamente nada y que es mejor equivocarse haciendo que cruzarse de brazos. No hay paquete de medidas económicas que deje contentos a todos los sectores porque si es hora de vacas flacas que demanda sacrificios, quienes tengan que hacer el mayor aporte serán los más críticos del paquete de medidas. Eso es natural y en cualquier decisión de Estado siempre hay sectores que manifiestan su satisfacción y acuerdo y otros que se quejan porque nunca se queda bien con la totalidad. Ahora bien, hay medidas de corte populista que buscan quedar bien con la mayoría y sobre esas debe tenerse especial cuidado para no caer en demagogia que al final de cuentas termine pasando a la población una factura más elevada. Que no pase, como dijo el vocero presidencial en un arranque de lucidez, que el remedio es peor que la enfermedad.
Pero esas medidas se tienen que estudiar a fondo antes de lanzarlas públicamente, porque se ha criticado al Gobierno por la aparente falta de norte, de determinación y claridad respecto a sus planes, y ahora resulta que un paquete en el que hasta se detalló el número de medidas a impulsar y cuyo anuncio público fue fijado para el día de mañana, queda en suspenso luego de una reunión entre el Gobierno y el sector empresarial. Eso se traduce en la sensación de titubeos oficiales que existe entre la población y en la paradoja de un gobierno que se dice socialdemócrata pero que evidencia su alto nivel de dependencia respecto a los empresarios, hecho que en el fondo no es simple consecuencia de que el CACIF haya sido visto como agencia de viajes para proporcionar aviones gratis, aunque algunos así lo puedan pensar.