«El Periplo de la armoní­a» acabó resultando polémico


China soñó con un magní­fico recorrido de la llama olí­mpica de los Juegos Olí­mpicos de Pekí­n, el más largo de la historia, con una veintena de ciudades extranjeras, pero se ha acabado volviendo demasiado controvertido.


Al aprobar el recorrido hace un año, el Comité Olí­mpico Internacional (COI), se esperaba problemas, pero no de tal amplitud.

Su presidente, el belga Jacques Rogge, presente esta semana en Pekí­n para la reunión de la comisión ejecutiva del COI, se declaró indignado, denunciado que las manifestaciones habí­an «ensuciado un bello sí­mbolo».

Su brazo derecho, el vicepresidente Kevan Gosper, fue más lejos, describiendo a los manifestantes como «conspiradores demoní­acos movidos por el odio».

«Sabí­amos que habrí­a manifestaciones y pensábamos que algunos lugares serí­an más difí­ciles», dijo Gosper, haciendo referencia a Londres, Parí­s y San Francisco. «Pero estamos consternados por la manera en la que todo esto ha pasado», agregó.

En privado, otros responsables del COI estimaban que las imágenes de la antorcha pasando rodeada de policí­as o en un autobús, han hecho daño al olimpismo.

China bautizó hace un año el recorrido como el «Periplo de la harmoní­a», tras un largo debate en el COI sobre si era el momento de llevar la llama en un viaje alrededor del mundo.

Hasta 2004, con los Juegos de Atenas, el recorrido de la llama era, sobre todo, un asunto nacional.

Este recorrido hacia a Pekí­n ha batido todos los récords, con 130 dí­as de viaje y 137.000 kilómetros de recorrido previstos, a través de los cinco continentes, con etapas en 19 paí­ses diferentes, antes de embarcarse en una peregrinación de tres meses por todas las provincias chinas.

En mayo, la antorcha, deberá ir a Tí­bet, en dirección a la más alta cumbre del mundo, el Everest (8.848 metros), para pasar de nuevo por la capital de la región, Lhassa, ante las vivas protestas de los militantes protibetanos, que ven una provocación en este recorrido, tras la crisis de marzo.

Antes, el mismo dí­a que el COI aprobó el recorrido, en abril del año pasado, cuatro estadounidenses fueron arrestados en el campamento base del Everest por haberse manifestado contra la polí­tica china en Tí­bet. Un aperitivo de las dificultades por las que iba a pasar la antorcha.

«Sabí­amos que iban a pasar cosas, claro que lo sabí­amos», indicó Gerhard Heiberg, un miembro de la comisión ejecutiva responsable de marketing del recorrido olí­mpico.

Pero la amplitud de estas manifestaciones ha pillado a todo el mundo por sorpresa, concluyó. A tal punto, que la llaman solamente podrí­a viajar entre Grecia y el paí­s donde se celebren los Juegos.

«El recorrido de Pekí­n ha sellado el destino de la llama olí­mpica para siempre», explicó una persona del seno del COI, que requirió el anonimato.

«No volverá a salir jamás del paí­s anfitrión», concluyó.