Activistas pro Tibet prometen «sorpresas»


Los fuegos artificiales iluminaron la ceremonia de cuenta atrás para los preparativos de las Olimpiadas de Pekí­n.

La llama olí­mpica se disponí­a a recorrer hoy las calles de Buenos Aires, la única ciudad de habla hispana que toca en su periplo mundial a los Juegos de Pekí­n-2008, fuertemente custodiada y con promesa de actos «sorpresas» de activistas pro Tí­bet.


La llama llegó a la capital argentina la tarde de ayer y fue trasladada bajo esctrictas medidas de seguridad desde el aeropuerto de Ezeiza (30 km al sur) a un lujoso hotel de Puerto Madero, el más cotizado y nuevo barrio de Buenos Aires.

«Es tan estricta la seguridad, que ni nosotros sabemos si está o no está acá», dijo Francisco Irarrazával, subsecretario de Deportes del gobierno de Buenos Aires, apostado frente al hotel.

La prometida presencia del ex futbolista Diego Maradona para iniciar a las 14H15 locales (17H15 GMT) el periplo de 13,8 km que realizará la antorcha olí­mpica por Buenos Aires, era una incógnita aún pocas horas antes de la largada.

«El hubiera querido estar, pero la última información que tenemos es que no va a poder estar porque anoche no habí­a vuelto de México, pero aún tenemos esperanzas», dijo el subsecretario de Deportes.

De no llegar Maradona, el velista olí­mpico Carlos Espí­nola iniciará el camino de la llama que portarán 80 relevistas, la mayorí­a deportistas.

El camino de la antorcha culminará en manos de la ex tenista Gabriela Sabatini y en su trayecto la portarán, además, la capitana del seleccionado de hockey sobre césped, Magdalena Aicega, y el jugador de la selección de rugby Manuel Contepomi, entre otros.

«Parte del recorrido será por agua y parte a caballo, lo que lo hace especial», se entusiasmó Irarrazábal.

Para custodiar la llama olí­mpica, que por primera vez llega a Buenos Aires, fueron movilizados 1.200 policí­as y 1.500 efectivos de Prefectura (guardacostas), además de 3 mil voluntarios. No obstante, las autoridades de la ciudad confí­an en que no habrá inconvenientes.

En Londres, Parí­s y San Francisco hubo manifestaciones de rechazo a la represión china a militantes tibetanos durante el trayecto de la llama olí­mpica.

«Este es un paí­s democrático y es válido protestar, pero este es un evento deportivo», advirtió Irarrazával.

En Buenos Aires, los no muy numerosos activistas pro Tibet, anunciaron su intención de no hacer «acciones directas» en contra de la antorcha, pero prometieron «actos sorpresas y divertidos» a lo largo del recorrido.

«Interceptar una antorcha en Buenos Aires es cosa de chicos. Tenemos el poder de causar daño, pero no vamos a usarlo», se jactó Jorge Carcavallo, de la organización Free Tí­bet.

La organización Relevo Mundial de la Antorcha de los Derechos Humanos convocó a una contramarcha desde el mediodí­a, la cual terminará en la Casa Rosada (sede del gobierno), donde tienen previsto entregar su antorcha al secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde.

«No buscamos interferir sino llamar la atención sobre el sufrimiento del pueblo chino», dijo Axel Borgia, un argentino adepto a la secta Falungong, prohibida en China.

La filial argentina de Amnistí­a Internacional exhortó el jueves en un comunicado a autoridades y personalidades argentinas a condenar la violación de los derechos humanos en el paí­s asiático.

El periplo de la llama es el más ambicioso de la historia de los Juegos Olí­mpicos, con una ruta de 137.000 km recorriendo una veintena de paí­ses de los cinco continentes, además de China.

El gobierno de Argentina mantiene una importante relación comercial con China, principal destino de sus exportaciones de soja.