Una vez que la Corte de Constitucionalidad resolvió rechazar la candidatura presidencial de la señora Sandra Torres y en vista de que ella figuraba en el segundo sitio de las preferencias de voto, ahora alguien tiene que ocupar esa posición, fuera de que es improbable que el militar Otto Pérez Molina triunfe en la primera vuelta, como se suponía.
Inicialmente, llama la atención que la excandidata de la coalición UNE-Gana no cuente con el poder de convocatoria que se le atribuía, porque la noche del lunes, cuando se dio a conocer el fallo definitivo del caso, unas cuantas decenas de personas -la mayoría mujeres- se ubicaron pacíficamente a inmediaciones de la casa que ocupa la CC, cuando se suponía que serían miles de simpatizantes suyos los que se apostarían alrededor de ese inmueble, lo que presagia que la alianza sólo estará vigente hasta el 11 de septiembre, y después de las elecciones cada diputado y alcalde elegidos por la UNE y la Gana seguirán su propio camino, emigrando a otros partidos o, por lo menos, alejándose del lazo común que los liga.
Mientras tanto, el académico Eduardo Suger y el abogado Manuel Baldizón intentan llegar a la segunda ronda, cuya contienda favorece al petenero, merced a su capacidad económica para financiar las actividades de proselitismo de los próximos 28 días, fundamentalmente, salvo que el Rector de la Universidad Galileo logre captar fondos de algunos copetudos empresarios insatisfechos de apoyar a regañadientes a un eventual futuro gobernante que, por su temperamento, posiblemente no atienda todos las exigencias de sus financistas.
Otro factor que favorece a Baldizón consiste en que su partido está mucho mejor estructurado que el colectivo que postula a Suger, con filiales establecidas en casi todos los municipios de la República, lo que no ocurre con el partido Creo, que se arraiga básicamente en la capital y otros centros urbanos.
Adicionalmente, el candidato de Lider maneja un discurso populista que alienta a las masas y seduce a los que se inclinan por un Gobierno autoritario, pero que no simpatizan con Pérez Molina. Baldizón es el típico político que ofrece lo que los electores quieren escuchar, a sabiendas que no puede cumplir con todas sus promesas, tan irresponsables como la oferta del llamado “Bono 15â€, que la mayoría de las medianas y pequeñas empresas y las instituciones del Estado no estarían en capacidad de satisfacer.
Además, como abogado, Baldizón sabe que su reiterada y ominosa propuesta de aplicar la pena de muerte a diestra y siniestra, contiene implicaciones jurídicas ajenas al Ejecutivo, comenzando con el vacío legal referido al indulto presidencial.
Por su parte, Suger es más que comedido, porque ni siquiera tiene habilidad de arrancar aplausos de sus seguidores, por su flojo discurso carente de fuerza que entusiasme a los ciudadanos, aunque sea más ilustrado que su rival.
Pero estos párrafos no son más que lucubraciones que carecerán de sustentación a la hora en que los ciudadanos depositen su voto, pudiendo surgir una sorpresa que dejaría perplejos a los adustos analistas más reiterativos, sobre todo si se autoriza la candidatura del abogado Harold Caballeros, y surgen otros imponderables.
(En una concentración en la que predominan electores evangélicos, el analista Romualdo Tishudo escucha al candidato presidencial arengar sobre la bBolsa Solidaria: -¡Acuérdense que ya no es el tiempo de los israelitas cuando Dios los alimentaba de patriarcas cada día!).