El fracaso de la misión humanitaria lanzada por París en Colombia a favor de Ingrid Betancourt, supone volver al punto de partida en las negociaciones diplomáticas por conseguir la liberación de la rehén franco-colombiana de la guerrilla de las FARC.
Certificando el fracaso, París decidió anoche el retorno del avión con equipo médico y de todos los emisarios enviados la pasada semana a Bogotá con la esperanza de poder tratar a Betancourt de las enfermedades que supuestamente padece en la selva, donde está secuestrada desde hace más de seis años.
Horas antes de esa decisión, la guerrilla colombiana que la misión médica francesa «no es procedente» y rechazó actuar bajo «presión mediática».
Esta iniciativa francesa recordaba aquella lanzada por el entonces primer ministro francés Dominique de Villepin que, en julio de 2003, envió otro avión a Manaus (Brasil) para tratar, en vano, de rescatar a Betancourt de la jungla.
La gran diferencia entre las dos misiones, no obstante, es que la primera se llevó a cabo de manera secreta y Brasil reprochó a Francia que no le hubiese informado.
«Este caso me recuerda al de 2003. Había los mismos rumores sobre el alarmante estado de salud de mi hermana. Pero como dijo Francia: si hay una oportunidad de salvar a Ingrid, hay que intentarlo», dijo a la prensa el viernes pasado la hermana de la secuestrada, Astrid Betancourt, que participó en aquella misión de 2003.
Este fracaso supuso una parada brusca en las negociaciones. París volvió a intentarlo posteriormente, como en 2005, cuando el presidente colombiano, ílvaro Uribe, acusó de «injerencia» a las autoridades francesas, para sorpresa de éstas.
Colombia criticó entonces los contactos entre el emisario francés Noí«l Saez, ex cónsul de Francia en Bogotá, y su homólogo suizo Jean-Pierre Gontard (ambos participaron también en la última misión) con el número dos de las FARC, Raúl Reyes, uno de los hombres clave en las negociaciones y cuya muerte en marzo pasado en un ataque aéreo del ejército colombiano, ha complicado terriblemente la resolución del caso.
Francia acusó el martes a las FARC de «falta política grave», mientras que la guerrilla dio a entender que París había sido víctima de la «mala fe» de Uribe.
A pesar de los reiterados fracasos, París «se obstina» y continuará sus esfuerzos «de una manera o de otra», repitió este miércoles el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner.
El jefe de la diplomacia francesa anunció también que viajará «en breve» a la región para «reevaluar la situación con los dirigentes de los países concernidos».
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, no se pronunció aún sobre el fracaso de su iniciativa, aunque fuentes del Elíseo explicaron que acogió el anuncio de las FARC «con una profunda decepción».
Sarkozy está multiplicando sus contactos diplomáticos con el fin de lograr una solución a la situación de Betancourt, que se ha convertido en pieza clave de un conflicto que enfrenta al gobierno colombiano, apoyado por Washington, con la guerrilla marxista, cercana ideológicamente al presidente venezolano Hugo Chávez.
Restablecer la «confianza» entre ambas partes será «una labor compleja», admitió la senadora colombiana Piedad Cordoba, quien obtuvo de las FARC, y con el apoyo de Chávez, la liberación de siete rehenes.
A principios de enero pasado, la directora de campaña de Ingrid Betancourt (y secuestrada junto a ésta), Clara Rojas, y la ex parlamentaria colombiana, Consuelo González de Perdomo, fueron liberadas por la guerrilla tras varios aplazamientos.
En el primer intento de liberación de Rojas y Perdomo, participó el cineasta estadounidense, Oliver Stone, invitado por Chávez, que reclamó a las FARC la liberación de todos los secuestrados.
En febrero fueron liberados los ex legisladores colombianos Gloria Polanco, Luis Eladio Pérez, Jorge Gechem y Orlando Beltrán.
Según Astrid Betancourt, la guerrilla está a la espera de recibir «contrapartidas y garantías para la liberación de Ingrid y de otros rehenes».
El hijo de Ingrid, Lorenzo Delloye, denunció la respuesta «cínica» de las FARC y urgió de nuevo al presidente Uribe a un acuerdo con la guerrilla. «Â¿Habrá que esperar a que tenga que enterrar a mi madre?», se preguntó.