Ya son más de 18 años de la muerte de Mario Moreno «Cantinflas» y los conflictos de su familia continúan tan vivos como las risas que todavía provocan sus películas entre los espectadores.
Su hijo, Mario Moreno Ivanova, y su sobrino, Eduardo Moreno Laparade, mantienen una batalla legal por los derechos de 39 de las poco más de 50 películas que fueron realizadas con Columbia Pictures.
Más allá de las regalías, los dos Morenos parecen arrastrar un rencor desde que eran jóvenes en momentos en que la carrera de Moreno entraba en su natural ocaso.
Aún cuando el país se pone de pie para homenajear los 100 años del nacimiento de Cantinflas, Mario Moreno, director ejecutivo de Cantinflas World y Eduardo Moreno, creador de la Fundación Mario Moreno, no se dirigen la palabra.
Mario Moreno dice que él heredó la marca de Cantinflas registrada desde 1947. Agrega que le pertenecen fotografías, productos, derechos a reproducir su imagen y, lo más importante, las películas.
«Mario Moreno, como persona, los derechos de imagen me pertenecen, no se pueden comprar, no se pueden adquirir, es por herencia», dijo el hijo.
Sin embargo, Eduardo Moreno, el sobrino, replica diciendo que los derechos de las películas no son parte del monto que heredó Mario Moreno, ya que Cantinflas, un mes antes de morir, le firmó un documento que fue notariado donde le transfería los derechos de las 39 películas.
«Tenemos 18 años en litigio porque él (Mario Moreno) dice que él es el heredero. Sí, pero la masa no comprendería las películas», dijo Eduardo Moreno.
Mario Moreno demandó a Eduardo Moreno y desde entonces ha habido una larga saga de pleitos y resoluciones judiciales.
Cuatro magistrados federales otorgaron recientemente un amparo a Mario Moreno que lo designa como testamentario de los bienes de Cantinflas, según documentos que entregó.
Mario Moreno dice que sólo queda aclarar otros documentos en el caso, mientras Eduardo Moreno sostiene que aún está pendiente otra sentencia.
La mayoría de las sanciones las ha dictado el juez a favor de Eduardo Moreno y esta última decisión no es definitiva.
En medio de esta batalla legal han estado compañías productoras como Columbia Pictures, parte de Sony Pictures Entertainment, que ha consignado las regalías ante un juzgado federal en Los íngeles mientras se aclara la contienda.
«Tenemos los derechos de las películas de Cantinflas, y esos derechos han sido confirmados por cada corte que ha revisado este caso», dijo Sony Pictures Entertainment.
Esta rivalidad entre los Moreno data de, al menos, 21 años.
«Fue muy barbero, muy servil con mi papá. Siempre fue una sombra. í‰l siempre quiso ser algo de Cantinflas», dijo Mario Moreno acerca de Eduardo.
El padre de Eduardo Moreno, del mismo nombre, supervisaba los bienes de Cantinflas, dice él mismo y agrega que era muy cercano a su tío.
«Yo pasaba con mi tío el mayor tiempo», dice Eduardo Moreno.
El sobrino dice que no habla con Mario Moreno desde que éste intentó pegarle a su padre y «yo me metí en medio», dice.
La relación entre Cantinflas y su hijo fue difícil, según Eduardo Moreno.
La prensa y la autora Guadalupe Elizalde, quien escribió el libro «Mario Moreno y Cantinflas…Rompen el Silencio», dicen que el actor adoptó a su único hijo en 1960 de la estadounidense Marion Roberts porque ella no tenía recursos para criarlo y el actor no podía tener hijos con su esposa Valentina Ivanova.
Mario Moreno dice que él es el hijo biológico del actor y Roberts con la que, dice, Cantinflas mantuvo un romance a finales de 1959. «Yo escuché de viva voz de mi papá», dijo Mario.
También dice que un periodista que trabajaba en el hotel donde Roberts se hospedaba, cuando él fue concebido, le contó del romance. Pero no dio más detalles al respecto.
Roberts se suicidó en 1961 en otro hotel de la ciudad de México y dejó una nota donde habla de «nuestro niño». Muchos periódicos han interpretado el mensaje en el sentido de que ella estaba segura de que lo había engendrado pero que realmente Mario lo había adoptado.
La única que podía esclarecer el misterio, Valentina Ivanova, única esposa de Cantinflas, murió de cáncer de huesos en 1966 cuando Mario Moreno era un niño de 5 años.
En una carta publicada por Elizalde, Cantinflas escribió sobre su hijo lo siguiente: «luché toda la vida por hacerlo un hombre de bien; trabajé en prepararlo y darle armas para que se defendiera en la vida. No lo logré, esa fue mi única derrota. Tal vez le di de más o no supe guiarlo».
Pero Mario Moreno dice que al cumplir los 18 años su padre le dijo, en el estreno de la película «El Patrullero 777», que «el mayor galardón que la vida le había dado había sido su hijo».
Mientras la lucha continúa, los dos Moreno viven del legado de Cantinflas.
Eduardo Moreno maneja la Fundación Mario Moreno Reyes que recauda dinero para obras filantrópicas.
Mario Moreno la ha llamado públicamente una «fundación apócrifa».
í‰l es el director ejecutivo de Cantinflas World y tiene derechos a la marca de su padre. De hecho, ha construido una empresa que ofrecerá series animadas de Cantinflas en el mundo moderno y ya ha otorgado licencias para que compañías utilicen el nombre y la imagen de Cantinflas. Una de ellas fue entregada a una compañía destiladora para sacar la edición especial del tequila Mario Moreno Cantinflas «Chatea Maguey».
El ídolo mexicano tan popular entre las masas está ahora en camisetas, platos, y productos de higiene comercializados por su hijo.
«í‰l hubiera estado fascinado de ver los productos», dice Mario Moreno.