Muy comprensible resulta que periodistas tengan que relacionarse con personas muy heterogéneas.
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Para quien se niega a creer que la mayoría de los medios de comunicación de nuestro país juegan un papel determinante en la sociedad que vivimos, aquí hay algunos pequeños ejemplos de las noticias viciadas que nos han transmitido.
Hace más de una semana que la municipalidad de Guatemala ha retomado el control de la Central de Mayoreo. En el contexto del conflicto que se originó, hemos observado, especialmente en canal siete, la veneración hacia ílvaro Arzú, quien desde hace ya varios meses goza de una nota diaria en cada una de las emisiones del noticiero del canal, que por lo menos dura aproximadamente dos minutos. Y, por supuesto, las exprimieron en esos días de conflicto con los inquilinos del lugar, aduciendo que en sus manifestaciones se infiltraron mareros, e incluso, se estaban dando robos dentro de dicho mercado.
En Guatevisión, cuando el país se estremecía por la quiebra de Banco del Café, Haroldo Sánchez, en su programa Diálogos, entrevistó al superintendente de bancos de ese entonces, Willy Zapata, parapetándolo de llamadas telefónicas directas. Luego, con la quiebra del Banco de Comercio, el mes pasado ha transmitido en otro de sus programas, que es una injusticia lo que ha sucedido con los cuentahabientes.
Otro ejemplo, es que ha sacado una edición en los últimos días del conflicto que existe en Sacatepéquez por cuestiones de seguridad, dónde los propios vecinos han tomado el control de la zona hartos de las injusticias que existen y por la necedad del monopolio de Cementos Progreso de instalar una planta en ese lugar, en el que se ha tachado a campesinos incluso de terroristas.
Pero para colmo de esta doble moral, esta semana salió un programa al aire de Diálogos, entrevistando a Leonardo Bof, Teólogo de la Liberación, dónde el conductor hace gestos de conmovido, que más bien resultan hipócritas.
Pero, Prensa Libre, no se queda atrás, también, en algunas de sus últimas ediciones, hace referencia al conflicto en áreas protegidas de Izabal, pero jamás hablan exactamente de las necesidades que obligan a los pobladores a realizar ese tipo de incursiones, o, si existen planes económicos sostenibles para estas comunidades. Nada es eso, comparado con la tergiversación de datos que esos medios hicieran con las encuestas de los presidenciables de las elecciones recién pasadas.
Muy comprensible resulta que periodistas tengan que relacionarse con personas muy heterogéneas. Pero éstos, que han pertenecido a la dirección de comunicación de mineras como Montana, más bien optan por valores ciertamente relativos, cuando las necesidades de la población son objetivas.