A principios del siglo XX, el español, Manuel Cordovez, llenó su vida de riquezas; sin embargo, mientras más dinero acumulaba, más grande era el vacío que experimentaba en su interior.
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Luego, inundó su existencia de aplausos; él se creía un dios cuando las multitudes lo ovacionaban; pero cuando se encontraba a solas, descubría que su desdicha había aumentado.
Después, volvió a colmarla, pero esta vez de romances pasajeros; se sentía muy bien en brazos de las más hermosas mujeres, pero en el fondo, le dolía saber que todo eso era falso e inútil.
Entonces, tuvo que llenar su vida de lágrimas, cuando se volvió a Dios, pues ya sólo eso le quedaba…
¡Pero al fin había alcanzado la verdadera felicidad!
LAS LíGRIMAS DEL SUFRIMIENTO, NOS HACEN VER MEJOR A DIOS