Con «Lo bueno de llorar», película presentada en competición oficial en el Festival de Toulouse, el director chileno Matías Bize sigue explorando las relaciones de parejas y vuelve a demostrar su talento para narrar la compleja trama de amor, empatía, malentendidos y silencios que es la vida conjunta de un hombre y una mujer.
Bize, de 28 años de edad, pertenece a la joven generación de directores chilenos que se distingue por su osadía en el lenguaje cinematográfico y por la capacidad de sacar partido narrativo de las limitaciones financieras, logrando un cine innovador con muy pocos medios.
Su primera película, «Sábado», estaba constituida de un solo plano filmado con cámara digital. La segunda, «En la cama», laureada con numerosos premios internacionales, entre ellos el Premio del Público de Toulouse en 2006, narraba en «huis-clos» el encuentro efímero de dos jóvenes en un hotel de paso, el descubrimiento mutuo de los personajes y, más allá, la forma en que la sociedad estructura las relaciones entre hombres y mujeres.
La temática amorosa sigue siendo el eje de «Lo bueno de llorar», pero ese hilo conductor de la obra de Bize no incluye ninguna reiteración.
Filmada en España, en sólo diez días, «Lo bueno de llorar» sigue durante una noche, en un recorrido sombrío por las calles de Barcelona, a Vera (Vicenta Ndongo) y Alejandro (Alex Brendemí¼hl), pareja en crisis y al borde de la separación.
El espacio cerrado y los diálogos eran las claves de la construcción de «En la cama», esta vez, por el contrario, la narración se encarna más en los silencios que en las palabras, desde la larga primera escena, en la que la pareja permanece sentada en un restaurante sin hablar, sin mirarse, fijados ante los platos y los vasos vacíos de la cena terminada, y en el deambular interminable que sigue.
Lentamente, la cámara acompaña a los personajes a lo largo de un recorrido en el que se irán revelando frustraciones, malentendidos, ternuras, grandes dolores y pequeñas anécdotas, reflejo de toda la historia de una pareja, que no conocemos pero que intuimos.
«Lo bueno de llorar» es el único filme chileno en competición por el Gran Premio Flechazo de Toulouse, pero otro fue seleccionado en concurso por el Premio Descubrimiento, destinado a primeras obras: «Mami te amo» de Elisa Eliash.