En esta oportunidad me gustaría retomar una iniciativa que presenté cuando se discutía la Ley de Educación que fue promulgada en 1991 (Decreto Legislativo No. 12-91) y que en su Capítulo II, Artículo 9, Inciso a) Numeral 3 dice que uno de los niveles de estructuración del Ministerio de Educación es el «Consejo Nacional de Educación».
En el Artículo 12 del mismo Capítulo II, se define el «Consejo Nacional de Educación» así: «Es un órgano multisectorial educativo encargado de conocer, analizar y aprobar conjuntamente con el Despacho Ministerial, las principales políticas, estrategias y acciones de la administración educativa, tendientes a mantener y mejorar los avances que en materia de educación se hubiesen logrado».
En primer lugar, el Consejo Nacional de Educación no sería subordinado a los despachos ministeriales, sino sería al revés. El Ministro y sus Viceministros, con sus equipos, serían los ejecutores de las decisiones tomadas en dicho consejo. La función del consejo sería netamente técnica, sin influencias político-partidistas, religiosas y el logro de sus metas tendría que ser lo que rigiera la acción educativa del Ministerio de Educación a nivel nacional.
Si hoy día no hay lineamientos futurísticos a seguir, no es extraño que el desarrollo de la acción educativa en Guatemala se realice «sin norte». Como muestra un botón: el reglamento vigente de la Ley de Educación es el Acuerdo Gubernativo M. de E. 13-77, o sea 31 años atrasado, en vez de estar 31 años adelantado.
Sí, un grupo de notables educadores reunidos en consejo actuaría como una súper junta directiva, que daría los lineamientos a seguir en materia educativa a nivel nacional. Mas, al llegar un nuevo Presidente de la República, las políticas, estrategias, visión, misión y acciones a tomar que ese consejo decida, tendrían que ser respetadas por él. El Ministerio de Educación no podría politiquearse ni ser fuente de empleos para personas del partido en el poder.
El Ministerio de Educación no podría desviar el uso del dinero asignado, conforme a los acuerdos de paz, en rubros diferentes a lo estipulado por dicho consejo. El Consejo tendría autonomía de acción y su existencia no podría ser cancelada por un «plumazo del señor presidente».
Los miembros del consejo serían propuestos por una comisión de alto nivel, que, mediante convocatoria, recibiría los expedientes de quienes quisieran formar ese consejo, harían una selección de los mejores profesionales que reunieran una serie de requisitos en cuanto a honestidad, calidad de preparación académica, experiencia y conocimiento de la realidad educativa y del país en general, y voluntad de trabajar por Guatemala.
Seleccionados los mejores, presentarían al Presidente una nómina de candidatos, entre los cuales este y su equipo de gobierno escogerían los 32, quienes formarían parte del consejo.
Sólo por renuncia, muerte o por comprobársele algún hecho ilegal, se podría cambiar a los miembros del Consejo Nacional de Educación, precisamente para asegurar la estabilidad de dicho cuerpo en la realización de su plan a largo plazo.
El Consejo Nacional de Educación contaría con un cuerpo de connotados maestros en cada departamento de la república, para realizar consultas y así mantenerse al día con la realidad del país y no solamente con la de la capital. Para que la totalidad del territorio nacional tenga fijadas sus prioridades a corto, mediano y largo plazo.
La educación es la base de la sociedad, vale entonces la pena que un grupo de gente honesta, pensante, educadores nobles, constituidos en un consejo, visualicen un futuro mejor en materia educativa, fijen metas y presenten cómo efectuar, en los próximos 25 años, un proceso educativo que debe darse de acuerdo con cada realidad cambiante, sin olvidar lo perdurable para alcanzar las metas propuestas.
Tenemos que darle a cada guatemalteco la oportunidad de tener acceso a una educación excelente y cumplir las demandas de necesidades de una sociedad tan rica y tan compleja como la de Guatemala en el siglo XXI.
Guatemala merece saber a dónde va y cómo llegar a las metas a largo plazo en el campo educativo, por eso ¡ES URGENTE! la formación del Consejo Nacional de Educación, con educadores notables.