Dos empleados extranjeros de una agencia de Naciones Unidas fueron secuestrados hoy en el sur de Somalia, donde ese tipo de acciones ha vuelto peligrosa la acción de organizaciones humanitarias a favor de una población agotada por 17 años de guerra.
Según un trabajador humanitario somalí, uno de los secuestrados es británico y el otro keniano. Esa información no fue confirmada oficialmente.
Los dos empleados, que trabajan para la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) según las autoridades locales, fueron secuestrados en el sur del país, cerca de la ciudad portuaria de Kismayo (500 km al sur de Mogadiscio), donde se enfrentan regularmente milicias rivales.
«Por ahora no tenemos muchas informaciones, pero puedo decir que dos empleados extranjeros (…) fueron interceptados por milicianos armados cuando se dirigían a Buale», declaró el comisario del distrito, Ibrahim Noleye, contactado por teléfono desde Mogadiscio.
«Creemos que fueron capturados como rehenes», agregó.
Jefes locales confirmaron los secuestros. El comisario del distrito afirmó que estaba reuniendo a sus fuerzas para enviarlas a la zona donde fueron capturados los dos empleados de la FAO.
Somalia está en guerra civil desde 1991 y se enfrenta una grave crisis humanitaria, con numerosos secuestros y enfrentamientos entre bandas armadas.
El 20 de marzo, el Departamento de Estado norteamericano, basándose en una estimación del grupo de estudios para la seguridad alimentaria de la ONU, indicó que dos de los diez millones de somalíes necesitaban ayuda humanitaria debido a «los efectos acumulados de la sequía, del conflicto (…) y de importantes desplazamientos de población».
«La inseguridad, las esporádicas explosiones de violencia y las restricciones impuestas en las fronteras siguen frenando los esfuerzos humanitarios, sobre todo en el sur y el centro de Somalia», añadió dicho informe.
La inseguridad en las carreteras, donde hombres armados levantan regularmente retenes, y los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales -respaldadas por ejército etíope- y los insurgentes islamistas hacen peligroso cualquier desplazamiento en el país.
Empleados de organizaciones humanitarias son secuestrados con regularidad en Somalia por grupos armados que piden dinero a cambio de su liberación.
A mediados de febrero, un alemán había sido secuestrado en el norte del país y liberado posteriormente gracias a una operación de las fuerzas de Somaliland, región secesionistas del norte de Somalia.
El 1 de febrero, la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) anunció que retiraba al conjunto de su personal internacional del país, tras el asesinato el 25 de enero de un cooperante francés y de un cirujano keniano de la organización.
Los dos hombres murieron, junto con un periodista somalí, en un atentado con bomba en Kismayo.
El 26 de diciembre, una española y una argentina empleadas de MSF fueron secuestradas en Bosaso, la capital de Puntland (norte), para ser liberadas una semana más tarde.
Somalia se encuentra sumida en el caos desde el derrocamiento del presidente Mohamed Siad Barre en 1991. Desde entonces, han fracasado todos los intentos de poner fin a una guerra civil que ha dejado entre 300 mil y 500 mil muertos.