El primer ministro Silvio Berlusconi encaró el viernes una tenaz resistencia ante las nuevas medidas de austeridad de parte de funcionarios locales, que las consideran socialmente injustas y pidieron un nuevo plan.

Berlusconi trabaja intensamente para lograr que el gabinete apruebe la nueva reducción del gasto público. Junto con su ministro de Hacienda Giulio Tremonti se reunió con las autoridades regionales, provinciales y municipales en su residencia oficial.

Empero, la apresurada conferencia de prensa efectuada tras el encuentro por parte de las autoridades locales no mostró buenos augurios para una aceptación generalizada de los nuevos sacrificios.

Las reducciones propuestas en servicios cruciales como el transporte público y la beneficencia social tendrán «un efecto deprimente» y perjudicarán especialmente a las clases más modestas, eximiendo de contribuir al producto bruto interno al industrializado y productivo norte de Italia, dijo a los periodistas el gobernador de Lombardí­a, Roberto Formigoni.

Roma aprobó el mes pasado un plan de austeridad de 70.000 millones de euros (99.000 millones de dólares), pero el gobierno dijo que su situación financiera se ha deteriorado significativamente desde entonces y busca mayores recortes al gasto público.

Presionado intensamente por el Banco Central Europeo y los lí­deres polí­ticos de la eurozona, el gobierno abordó adelantar sus objetivos de equilibrar el presupuesto en el 2013 en lugar del 2014 como habí­a planeado en un principio, y realizar reformas estructurales que estimulen las inversiones y el crecimiento.

A cambio, el BCE ha comprado bonos soberanos italianos en el mercado secundario para contener el alza de sus intereses que amenazan con arruinar a Italia debido a su abultada deuda.